Familiares de los turistas surcoreanos, víctimas de un naufragio en Budapest, se recogieron el viernes a orillas del Danubio, cuyo fuerte caudal convierte en «extremadamente peligrosa» la búsqueda de supervivientes.
El caudal hacía de las operaciones de búsqueda una labor «extremadamente peligrosa» y prácticamente no quedaban esperanzas de encontrar supervivientes del naufragio de un barco de turismo que dejó al menos siete muertos y 21 desaparecidos, ocurrido el pasado miércoles.
El «Sirena», una embarcación de 26 metros de eslora, zozobró en cuestión de segundos el miércoles por la noche en el corazón de la capital húngara tras haber chocado con un crucero fluvial de 135 metros, el «Sigyn».
A bordo iban 35 personas: 33 surcoreanos, incluyendo 31 turistas y dos guías, y dos miembros de la tripulación, de nacionalidad húngara.
«No perdemos la esperanza de encontrar supervivientes», declaró la ministra surcoreana de Relaciones Exteriores, Kang Kyung-wha, en una rueda de prensa en Budapest junto a su homólogo húngaro, Peter Szijjarto, el viernes.
Acompañados de funcionarios, una decena de familiares que llegaron en avión en la tarde se dirigieron a la isla Margarita, junto al lugar del drama y se quedaron allí unos veinte minutos, constataron periodistas de la AFP.
Imágenes de sonar fueron realizadas y muestran que el barco se ve ladeado y su punto más alto está a 2 m de la superficie y el más bajo a 7,5 m, según el sitio index.hu, que los publicó.
El fuerte caudal del río fue alimentado por varias semanas de lluvia y por el deshielo en el macizo alpino, destacó el ministro húngaro.
«Los elementos juegan en nuestra contra», lamentó. «La visibilidad [bajo el agua] es nula y el nivel del agua sigue subiendo», agregó, recordando que el jueves los submarinistas no lograron llegar hasta el barco naufragado bajo el puente Margarita.
«Misión larga»
Una veintena de buzos llegaron al lugar de la tragedia el viernes por la mañana en apoyo de sus colegas húngaros, pero no pudieron empezar la búsqueda, constató un corresponsal de la AFP.
Con hasta 4.500 m3 por segundo (4,5 millones de litros), el Danubio tiene un caudal el doble de lo normal. No se espera que el nivel de las aguas vaya a bajar a corto plazo, según el servicio hidrográfico húngaro. Peter Szijjarto advirtió que reflotar el barco hundido sería una «misión larga».
«Las autoridades húngaras hacen cuanto pueden, e incluso más, para realizar con éxito estas operaciones y encontrar a las personas que faltan, y para investigar las circunstancias del accidente», aseguró, y subrayó que se movilizó a «varios cientos de personas».
Austria y Serbia también anunciaron que asistirían a Hungría. El comandante del «Sigyn», un ucraniano de 64 años, fue detenido el jueves. Se abrió una investigación contra él por «negligencia criminal en una vía navegable pública».
Por su parte, Viking afirmó en un comunicado que estaba «cooperando con las autoridades». «No sentimos ninguna sacudida, no nos dimos cuenta hasta que no vimos a gente en el agua, fue horrible», contó una pasajera del «Sigyn», la turista estadounidense Ginger Brinton, de 66 años.
«La corriente era muy fuerte y se llevaba a la gente, pero los rescatistas no llegaban», indicó por su parte Jung, una superviviente de 31 años, a la agencia de prensa surcoreana Yonhap.
Las labores de búsqueda se extienden desde el lugar del naufragio, hacia el sur, hasta Serbia. Tres de los siete cuerpos recuperados fueron hallados varios kilómetros al sur del lugar de la tragedia, según la policía.