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Falleció el enfermero en Neuquén que fue atacado por sus vecinos cuando se contagió de coronavirus


Su papá asegura que nunca se recuperó de aquellos agravios –lo desfiguraron y le incendiaron la casa– y que vivía asustado, callado y le costaba dormir

El año pasado, como muchos otros profesionales de la salud de todo el país, Daniel Porro, un enfermero de Neuquén, fue atacado por sus propios vecinos cuando se contagió de COVID-19, muy probablemente, cuando trabajaba cuidando a otros.

Su caso sobresalió porque el ataque fue más allá de una nota en un ascensor, como a muchos les ocurrió. A Porro, padre de dos adolescentes, le propinaron una feroz golpiza, le prendieron fuego la casa y le robaron el auto. Murió hace poco de un infarto y su papá asegura que nunca se recuperó de aquellos agravios.

Según publicó el portal Infobae, Porro murió el pasado 4 de julio a sus 37 años. El 19 de junio de 2020, apenas tres meses después del inicio de la pandemia, dio positivo de covid y se aisló en su casa del barrio Nueva Esperanza.

Al poco tiempo, comenzó a recibir amenazas de sus vecinos. “Me decían que me vaya del barrio porque tenía coronavirus”, aseguró el enfermero en ese momento. El hostigamiento no terminó ahí: le pegaron salvajemente hasta dejarlo casi inconsciente; y mientras se recuperaba de la golpiza en el hospital, le prendieron fuego la casa y le robaron un auto.

Porro hizo la denuncia después, pero la Fiscalía no le creyó. Su padre, Miguel Porro, contó que “nunca se recuperó del rechazo social”. “Quedó muy asustado, le costaba dormir, y andaba muy callado”, subrayó.

Murió de un paro cardíaco cuando dormía en la casa de su niñez. Había ido a visitar a su madre, de quien heredó la vocación de enfermero, y decidió pasar la noche allí, pero nunca despertó.

Ahora su papá busca viralizar unas coplas que compuso su hijo cuando estaba enfermo de covid y aislado; y contar su historia.

Guitarra en mano, Porro cantaba: “Espero que les guste y que salga. Hoy te canto mi Neuquén, Río Negro, llena de seres queridos. Hago mención a Las Lajas. En La Buitrera vive mi viejo, ese gaucho bien parido. Todos sabemos de la pandemia, de la política sucia que ya estaba infectada. Por eso le pido al pueblo que se una y sea solidario. Me tiraron piedras en mi rancho y por no romper un protocolo me quedé con la raya guardada muchas veces orando solo. Pero agradezco porque fue una lluvia de mensajes, entre amigos, compañeros, un amor de ellos que no se olvida: siempre están en mi recuerdo. Y aunque me duela el pecho y el tabaco pase su factura, gente con el alma, sobrinos, unas palabras en mi memoria”.