El cineasta francés Claude Lanzmann, fallecido este jueves a los 92 años, marcó el siglo XX con «Shoah», un filme monumental sobre el exterminio de los judíos durante el nazismo y que, según el gobierno alemán, permitió «una reconciliación».
«Todos aquellos que entre nosotros se preguntan cuál fue nuestra responsabilidad en tanto que alemanes, deberían ver Shoah.
Gracias a su trabajo de memoria, Claude Lanzmann hizo posible una reconciliación. Y esto perdurará», indicó en Twitter el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Heiko Maas, tras conocerse la muerte del cineasta en su domicilio de París.
El director de este gran documental de 9h 30min de duración, estrenado en 1985, también fue periodista, escritor y director de la prestigiosa revista francesa «Les Temps Modernes», fundada por Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir, de quien fue su amante.
«La muerte no es una evidencia. Yo no defiendo para nada la muerte. Sigo creyendo en la vida. Amo la vida con locura aunque la mayoría de las veces no sea divertida», había confiado Lanzmann recientemente a la AFP.
El año pasado, había quedado profundamente afectado por la muerte de su hijo Félix, de 23 años, por un «cáncer sin piedad».
Defensor infatigable de la causa de Israel, se reivindicaba como resistente y combatiente en favor de la verdad.
«Cuando veo lo que he hecho a lo largo de mi vida, creo que encarné la verdad. Nunca jugué con esto», afirmó Lanzmann.
«El deceso de Claude Lanzmann constituye una pérdida enorme para la humanidad y en particular para el pueblo judío», reaccionó el portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores israelí, Emmanuel Nahshon.
– «Saltos al vacío» -.
En un libro homenaje publicado en Francia el año pasado, el profesor Didier Sicard, antiguo presidente del Comité Consultor Nacional de Ética, estimó que el cineasta había marcado tanto la historia del cine como la del exterminio del pueblo judío, «al que le dio la sepultura que le faltaba».
«Sentía por él una admiración sin límites. Claude era un monstruo sagrado, un gigante de la literatura», reaccionó el exministro francés de Cultura Jack Lang.
Lanzmann, nacido el 27 de noviembre de 1925 al norte de París, explicaba en sus memorias «La liebre de la Patagonia» (2009), cómo se había visto confrontado al antisemitismo desde secundaria. «Por cobardía», escribió, no se había defendido de un «gran pelirrojo» llamado Lévy.
¿Por qué contar este episodio tan poco glorioso? «Porque es la verdad. Si no lo hubiese contado, todo lo demás habría quedado falseado».
«Quien me curó y me libró de la vergüenza (de ser judío) haciéndome comprender lo que me había sucedido se llama Jean-Paul Sartre», confiaba.
Este encuentro con el filósofo fue decisivo. Después de la guerra, entró en la redacción de «Les Temps Modernes» y conoció a Simone de Beauvoir, con quien vivió una apasionada historia de amor durante siete años.
Adhirió a los grandes combates de posguerra, especialmente en favor de la independencia de los países colonizados. Fue también un defensor incondicional de Israel y consideró el antisionismo como «una de las máscaras del antisemitismo».
Mostró su apego al Estado hebreo en películas como «Por qué Israel» y «Tsahal».
Su último filme, «Les quatre soeurs», se estrenó el miércoles en Francia.
Al resumir su vida en el libro «La tumba del divino saltador», Lanzmann escribió: «En realidad, me he sumergido toda mi vida, no sólo en el mar. Las acciones decisivas que me ha tocado llevar a cabo fueron como inmersiones, saltos al vacío».
Por Alain JEAN-ROBERT .