En medio de depósitos derrumbados por la gigantesca explosión del 4 de agosto, bomberos libaneses extinguieron hoy las últimas llamas del enorme incendio declarado en el puerto de Beirut
Bomberos libaneses extinguieron hoy las últimas llamas del enorme incendio declarado la víspera en el puerto de Beirut, que destruyó una importante reserva de ayuda humanitaria y avivó el doloroso trauma de la explosión que sacudió el puerto a principios de agosto pasado.
En medio de depósitos derrumbados por la gigantesca deflagración del 4 de agosto, pero aún llenos de mercancías, los bomberos, subidos a grúas, lanzaban chorros de agua para impedir un rebrote del fuego, mientras flotaba en el aire una espesa humareda blanca.
El fuego se originó ayer en un almacén del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) con importantes reservas de comida y ayuda, incluyendo miles de paquetes de alimentos y medio millón de litros de aceite, según un comunicado de la organización.
«Nuestras operaciones humanitarias pueden verse muy afectadas», añadió la Cruz Roja, refiriéndose a su ayuda en Líbano o en la vecina Siria.
La Defensa Civil libanesa aseguró en un comunicado hoy que el fuego había sido extinguido, y que estaban en curso operaciones de «enfriamiento para evitar un rebrote del incendio», informó la agencia de noticias AFP.
El incendio hizo que espesas columnas de humo negro fueran visibles ayer desde varios puntos de la ciudad, sembrando el pánico entre la población.
Según «informaciones preliminares» del Gobierno, unos trabajadores estaban utilizando una sierra eléctrica y las «chispas» provocaron el inicio del incendio.
Este incendio recordó a los libaneses la funesta jornada del 4 de agosto pasado, cuando se produjo una terrible explosión en el puerto, provocada por un incendio en un depósito que almacenaba nitrato de amonio.
El siniestro dejó al menos 190 muertos y más de 6.500 heridos y devastó partes importantes de la capital de un país ya muy golpeado por una grave crisis económica y política.
La tragedia atizó la indignación de la población, que padece desempleo y una desvalorización de su divisa, y que desde hacía tiempo ya denunciaba la incompetencia y la corrupción de la clase dirigente.
Desde el 4 de agosto fueron principalmente las ONG y los voluntarios quienes acudieron en ayuda de una desvalida población, mientras que las autoridades eran criticadas por su escasa movilización ante este drama.
La enorme explosión de agosto fue provocada por una cantidad importante de amonio de nitrado almacenado desde hace seis años sin medidas de seguridad, según confesaron las propias autoridades.
En el depósito había unas 2.750 toneladas de este fertilizante químico, también utilizado como componente de explosivos.
«El incendio (del jueves) no puede en ningún caso justificarse», afirmó hoy en Twitter el primer ministro libanés designado, Mustapha Adib, que intenta formar nuevo gobierno después de que el precedente dimitiera tras la explosión.
Adib pidió a los responsables que «rindieran cuentas», para «impedir que se reproduzcan semejantes dolorosos acontecimientos».