Holanda se ha convertido en el ganador de Eurovisión 2019. El cantante Duncan Laurence con su tema Arcade ha colocado a su país en la primera posición de los 26 países concursantes en esta 64 edición del Festival de Eurovisión, con un total de 492 puntos. En segunda posición ha quedado el italiano Mahmood, que ha conseguido 465 puntos para Italia, 27 menos que Holanda. España, con Miki Núñez y su tema La Venda, ha quedado en el puesto número 22, uno mejor que el año pasado, cuando Amaia y Alfred consiguieron con Tu Canción la posición número 23.
Sincronizada como un mecanismo de relojería, la gala celebrada en el recinto ferial de Tel Aviv ha concluido precisamente con el español Miki Nuñez (Tarrasa,1996) entonando la pachanguera La venda como si fuera la última actuación de su vida, en un decorado que hacía un guiño a las historietas de 13 Rue del Percebe. Después, llegó la novedad de la espera de votos: antes de que los jurados nacionales emitieran su cantinela de veredictos en inglés y francés, ya fallados la víspera durante el ensayo general del festival, los 26 concursantes tuvieron que sufrir los concluyentes resultados del voto popular, que suman la otra mitad de los puntos. En esta edición, se hicieron públicos en orden ascendente para mantener hasta el fin el suspense.
Hasta ese momento, Arcade, interpretada por Duncan Laurence en una sobria puesta en escena en representación de Holanda, era la favorita de las casas de apuestas y que finalmente se ha hecho con el Micrófono de Cristal. Dos rivales le desafiaron en las predicciones: la melódica Too late for love, presentada por Suecia en la espiritual voz de John Lundvik y, sobre todo, Zero gravity, la preferida de los eurofans en Tel Aviv, representada como la fantasía de un hada de Disney por Kate Miller-Heidke.
Eso en lo musical, pero la fiesta cosmopolita parecía ser lo más importante en el Pabellón 2 de ferias y exposiciones de la capital económica de Israel. Tel Aviv es una isla –tal vez acompañada por Haifa, al norte, y algunos distritos de Beirut, la capital libanesa–, en el océano de intolerancia de Oriente Próximo. El pretexto no musical, el que ha traído hasta la ribera más oriental del Mediterráneo a un millar de periodistas y cerca de 10.000 eurofans, es precisamente la celebración de los valores de diversidad e inclusión que ondean en el estandarte eurovisivo.
Fuente: El País