El asesinato de un cantante y referente social del mayor grupo étnico de Etiopía desató esta semana una ola de protestas, enfrentamientos y una dura represión con más de un centenar de muertos
El asesinato de un cantante y referente social del mayor grupo étnico de Etiopía, los oromos, reavivó esta semana las tensiones en el país y desató una ola de protestas, enfrentamientos y una dura represión que se saldó con al menos 166 muertos, en medio de la transición democrática que encabeza el último premio Nobel de la Paz, el primer ministro Abiy Ahmed Ali.
«Tras la muerte de Hachalu (Hundessa), 145 civiles y 11 miembros de las fuerzas de seguridad perdieron su vida en los disturbios en la región», informó anoche el vice comisionado de la región de Oromia -la más grande del país-, Girma Gelam, según un comunicado difundido por la cadena FBC y citado por la agencia de noticias DPA.
Además, otros 10 civiles murieron en protestas en la capital del país, Addis Ababa, 167 sufrieron «heridas graves» y más de 1.000 fueron detenidos.
Hundessa fue asesinado el lunes pasado y de inmediato comenzaron las protestas.
La posterior detención del principal líder opositor oromo, Bekele Gerba, y del magnate de medios Jawar Mohammed como instigadores de las protestas reavivó las denuncias de persecución.
Entre 2015 y 2018, los oromos encabezaron una ola de protestas masivas para pedir dejar de ser relegados, política y económicamente. Fueron años de violencia, mucha sangre y represión.
Haacaaluu fue la voz de los reclamos y las denuncias de la generación de jóvenes oromos que salió a las calles en esos años.
Las protestas finalmente consiguieron en 2018 el fin del gobierno y la asunción como premier de Aby Ahmed, un dirigente oromo que al año siguiente obtendría el premio Nobel de la Paz por resolver las disputas fronterizas con Eritrea y terminar años de belicosidad.
En medio de las protestas de esta semana, cuando por primera vez dirigentes de su comunidad lo acusaban de reprimirlos, el premier denunció que la violencia en las calles representan «intentos coordinados» para desestabilizar el país y obstaculizar la transición democrática que él encabeza y que la comunidad internacional ha apoyado.
Hasta ahora el gobierno solo informó que cinco personas fueron detenidas por el asesinato de Hundessa. No los identificó, pero fuentes oficiales filtraron a la prensa que los responsables serían el Frente de Liberación Oromo, una milicia rebelde, y el Frente de Liberación del Pueblo de Tigray, un partido opositor.