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Estudian si un paciente inmunodeprimido con coronavirus fue el origen de la nueva cepa


Investigadores de ese país analizan si la baja respuesta inmune de una persona que falleció 101 días después de recibir el diagnóstico de coronavirus, fue la causa por la que el SARS-CoV-2 adquirió varias mutaciones que podrían haberle permitido eludir los anticuerpos.

Desde que esta semana se conoció la noticia de que una variante genética del SARS-CoV-2 había sido aislada en el Reino Unido, la ciencia busca darle respuesta a las causas y posibles consecuencias de la nueva cepa.

Justo cuando en ese país se agilizaba la vacunación de las personas de riesgo, luego de que a comienzo de mes la agencia reguladora británica aprobara el uso de emergencia de la vacuna de los laboratorios Pfizer y BioNTech, el hallazgo de una mutación del virus aparentemente más transmisible volvió a poner al mundo en vilo.

La confirmación de la aparición de una nueva cepa del SARS-CoV-2 obligó al reconfinamiento de Londres y el sureste de Inglaterra y llevó a varios países a suspender sus vuelos procedentes del territorio británico. La información “sobre esta nueva cepa es muy preocupante”, afirmó el profesor Peter Openshaw, inmunólogo del Imperial College de Londres, citado por Science Media Centre. Sobre todo porque “parece ser entre un 40% y un 70% más transmisible”.

Pero, ¿cuál es su origen? En junio, Ravindra Gupta, virólogo de la Universidad de Cambridge, se enteró de un paciente con cáncer que había ingresado en un hospital local el mes anterior con COVID-19 y aún estaba diseminando el virus. El paciente estaba siendo tratado por un linfoma que había recaído y se le había administrado rituximab, un fármaco que agota las células B productoras de anticuerpos, lo cual le hizo difícil deshacerse de la infección con el SARS-CoV-2, según publicó la revista Science.

El paciente falleció en agosto, 101 días después de su diagnóstico de COVID-19, pero a Gupta, que estudia cómo surge la resistencia a los medicamentos contra el VIH, se interesó por el caso y al estudiar las secuencias del genoma del coronavirus que infectó al paciente, descubrió que el SARS-CoV-2 había adquirido varias mutaciones que podrían haberle permitido eludir los anticuerpos.

Ahora, con la confirmación de la nueva cepa, que se aisló en el Reino Unido y ya se detectó en Italia, Dinamarca, Australia, Países Bajos e Islandia, su análisis se convirtió en una pieza crucial del rompecabezas para los investigadores que intentan comprender la importancia de B.1.1.7, la nueva variante del SARS-CoV-2. Esa cepa, que parece propagarse más rápido que otras, contiene una de las mutaciones que encontró Gupta, y los investigadores creen que B.1.1.7 también puede haberse originado en el paciente inmunodeprimido que tenía una infección de larga duración. “Es una hipótesis perfectamente lógica y racional”, dice el científico de enfermedades infecciosas Jeremy Farrar, director de Wellcome Trust.

Los científicos todavía están tratando de averiguar los efectos de las mutaciones en B.1.1.7, cuya aparición llevó al gobierno del Reino Unido a endurecer las medidas de control del coronavirus y a otros países de Europa a imponer prohibiciones de viaje en el Reino Unido. Pero la nueva variante, junto con la investigación de Gupta y otros, también llamó la atención sobre el papel potencial en el COVID-19 de las personas con sistemas inmunológicos debilitados, quienes, si brindan al virus la oportunidad de desarrollar linajes que se propagan más rápido o eluden las vacunas, estas infecciones crónicas no sólo son peligrosas para los pacientes, sino que podrían tener el potencial de alterar el curso de la pandemia.