Los ingenieros pensaron que habían resuelto el problema hace años con un plan elaborado para bombear el lodo, incrustarlo en vidrio y depositarlo en las profundidades de las montañas del desierto de Nevada
Desde 1950 hasta 1990, el Departamento de Energía de los Estados Unidos produjo un promedio de cuatro bombas nucleares por día, sacándolas de fábricas construidas apresuradamente con pocas salvaguardas medioambientales que dejaron un vasto legado de desechos radiactivos tóxicos, informó el diario The New York Times.
«En ninguna parte los problemas fueron mayores que en el sitio de Hanford, en el estado de Washington, donde los ingenieros enviados para limpiar el desorden después de la Guerra Fría descubrieron 54 millones de galones de lodo altamente radiactivo resultante de la producción del plutonio ensamblado en las bombas atómicas de los Estados Unidos, incluida la lanzada sobre la ciudad japonesa de Nagasaki en 1945», apuntó el informe.
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No fue suficiente enterrar el lodo
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Los ingenieros pensaron que habían resuelto el problema hace años con un plan elaborado para bombear el lodo, incrustarlo en vidrio y depositarlo en las profundidades de las montañas del desierto de Nevada, señaló.
«Pero la construcción de una planta de tratamiento químico de cinco pisos y 137.000 pies cuadrados para dicha tarea se detuvo en 2012, tras un gasto de 4.000 millones de dólares, cuando se descubrió que estaba plagada de defectos de seguridad», abundó.
El informe también marca: «La superestructura desnuda de la planta ha permanecido en bolas de naftalina durante 11 años, un potente símbolo del fracaso de la nación, casi 80 años después de la Segunda Guerra Mundial, para lidiar de manera decisiva con el legado más mortífero de la era atómica».
El Gobierno de los Estados Unidos ahora parece estar considerando seriamente si será necesario dejar miles de galones de deshechos sobrantes enterrados para siempre en los tanques subterráneos poco profundos de Hanford, según indicó un cable de la agencia de noticias Xinhua que recogió esa información del diario norteamericano.
Eso permitiría proteger algunos de los desechos no en un vidrio impenetrable, sino en una cubierta de lechada de hormigón que casi con seguridad se descompondría miles de años antes que los materiales tóxicos que este diseño debería mantenerlos a raya, añadió.