Por Diego Carballido
La detención del ex presidente brasileño Lula da Silva, durante el fin de semana pasado, ha posado la atención del mundo entero en el gigante latinoamericano. Con la gente mantuvo un diálogo con el Doctor en Relaciones Internacionales Esteban Actis, docente de la cátedra de Política Internacional Latinoamericana en la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la UNR. “Hay que dimensionar el lugar que ocupa Lula en la sociedad brasileña, entre los sectores obreros y más vulnerados, teniendo en cuenta que ha sido el último país en América Latina que abolió la esclavitud, casi a finales del siglo XIX. Desde entonces, la sociedad brasilera ha sido muy desigual, jerárquica y estamental, donde las elites económicas y políticas siempre han concentrado el poder en término de los recursos” sostiene Actis, y agrega: “Seguramente incide su carisma, empatía y su capacidad de convicción, sobre todo con ese Brasil oculto y reprimido. Como él bien lo cuenta, cuando tenía 17 años trabajando como obrero metalúrgico pierde un dedo porque fue a un hospital y el médico de ese momento le dijo: te tengo que amputar el dedo pero para un peoncito como usted es lo mismo tener un dedo menos. Lula relata que sintió ese desprecio por la vida de los que menos tienen y fue el motor para empezar a transformar algunas realidades”.
En relación al poder de movilización de la población brasileña por razones políticas, siempre se trazan paralelos con nuestro país. Al respecto, el Doctor en RRII explica: “Brasil siempre ha sido más apático en términos políticos, con menos acción colectiva. En comparación con Argentina, no tiene una sociedad civil muy empoderada y politizada. Por eso, llamó la atención cuando, en junio del 2013, comenzaron a existir movilizaciones, en ese caso, en contra de Dilma Rousseff por el aumento de transporte”.
Acostumbrados a las crisis
La tensión de las horas previas a la detención de Lula, el grueso de manifestantes llevándolo en andas frente al sindicato que lo vio nacer en términos políticos y su posterior entrega a las autoridades, son imágenes que quedarán en la retina de todos, simpatizantes y opositores. Sin duda, que ya forman parte de uno de los sucesos más importantes de la historia reciente del vecino país. “En términos históricos, esta situación de Brasil con crisis de gobernabilidad política y democrática es la norma y no la excepción. Desde 1930 hasta la actualidad solo cinco presidentes elegidos por el voto popular terminaron su mandato” sostiene Actis, dejando entrever que éste presente convulsionado institucionalmente es parte una constantes presente a lo largo todo el siglo pasado, y aclara: “Vemos que entre 1995 y 2011 hubo dos grandes presidentes, Fernando Enrique Cardozo por la centro derecha y Lula por la centro izquierda, que le dieron estabilidad económica, política y social a Brasil. Ese proceso se rompe en el 2013 cuando se produce un impeachment flojo de papeles que logra sacar a Dilma Rousseff, algo que fue llamativo y traumático, y continua con la prisión de una figura central en términos electorales. El próximo presidente que llegue, con Lula preso, va a carecer de cierta legitimidad de origen por no haber competido con la persona que tiene mayor intención de voto”.
No dan las encuestas
Frente a la pregunta que se hacen muchos sobre quiénes podrían tener chances de llegar a la presidencia, en el caso de Lula seguir preso y no poder presentarse, Actis afirma: “Hay un vacío. Los sectores de izquierda viven una transición y no encuentran una figura que pueda aglutinar como el ex presidente. Mientras que, en el establishment, tampoco hay un candidato fuerte. Temer es un presidente con el 3% de popularidad y Aécio Neves, candidato a presidente en 2014, tiene muchos problemas con la justicia. Hoy, la mayor intención de votos la tiene Jair Bolsonaro, un personaje de extrema derecha con un discurso muy fuerte. Faltan liderazgos importantes que puedan generar confianza y previsibilidad”.
Entre lo posible y lo utópico
“SI Lula hubiese hecho lo que las bases del Partido de los Trabajadores le reclamaban, hubiese durado un mes en el poder. Porque llega en un momento de desconfianza con las elite económicas y mundiales acerca de qué iba a hacer un líder de izquierda como presidente de Brasil. Desde el poder intenta sobrevivir y logra cambiar algunas cuestiones. Es verdad, gobierna durante un contexto favorable para América Latina por los precios de los commodities, pero logro llevar a la práctica muchas de las reivindicaciones que siempre había pensado. Siempre desde una visión no revolucionaria, no radicalizada, sino intentando pactar con el poder fáctico y por eso lo critican por izquierda. Y ahora, con el diario del lunes, en Brasil le dicen que se tendría que haber radicalizado como Venezuela o Bolivia, pero si lo dimensionamos históricamente no había posibilidad de que una experiencia de izquierda llegase al poder de otra manera” concluye Actis.