Por Juan Carlos Murillo, Representante Regional de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) para el sur de América Latina.
La pandemia provocada por la COVID-19 nos ha puesto a prueba como sociedad. Las poblaciones locales sufrieron un duro golpe en sus condiciones de vida. Las personas más vulnerables, entre quienes se encuentran aquellas que se vieron obligadas a huir de sus hogares debido a conflictos, persecuciones, desastres naturales, o simplemente por la pobreza y el hambre, se enfrentaron a serias dificultades en el acceso a los medios de vida básicos, así como a problemas de acceso a los servicios de salud y educación. Además, las restricciones que se implementaron en las fronteras a causa de la pandemia global, las han llevado a tomar rutas mucho más complejas y peligrosas en busca de su seguridad y la de sus familias.
En este contexto mundial, donde según el Informe de Tendencias Globales de ACNUR, 82,4 millones de personas se han visto forzadas a huir de sus hogares a fines de 2020, experimentando la mayor crisis de desplazamiento forzado en la historia, hemos comprendido que para enfrentar estos desafíos debemos trabajar en conjunto: los Estados, las organizaciones de la sociedad civil, el sector privado, los organismos internacionales, los donantes, y las comunidades de acogida, con los refugiados y con las refugiadas.
Juntos saldremos adelante; pero para hacerlo, el primer paso es escucharnos. Sólo comprendiendo el actual momento histórico tan desafiante por el que atraviesa el mundo y escuchando a las personas refugiadas, así como a las comunidades que las acogen, podremos encontrar respuestas de protección y soluciones. Sólo incluyendo a las personas refugiadas en el diseño e implementación de las políticas podemos pensar un futuro justo y digno para todas y todos. Sí, en el ACNUR, creemos que escuchar al otro puede cambiar el mundo. Por eso, el mensaje que queremos transmitir al conmemorarse un nuevo Día Mundial del Refugiado es de profunda empatía con los hombres, mujeres, niños, niñas y adolescentes que han atravesado el sufrimiento de abandonar su casa, su familia, su país, y han tenido que reconstruir sus vidas.
Escuchar no sólo nos permite conocer las vivencias y la cultura de estas personas, sino también nos ayuda a brindar respuestas adecuadas, teniendo en cuenta no sólo sus necesidades sino sus capacidades y habilidades. Es un día de reconocimiento al valor, determinación y resiliencia de las personas refugiadas y su enorme aporte a las sociedades de nuestros países del sur de América Latina.
Este 20 de junio les invitamos a escuchar, conocer y reconocer a las personas refugiadas a través de una pieza artística que permite vivir una experiencia nueva. Su objetivo es el de promover la reflexión a través de la escucha activa. La pieza, en cuya composición ha participado el músico argentino Santiago Vázquez, está centrada en los sonidos de la vida cotidiana de personas refugiadas y migrantes de Nigeria, República Democrática del Congo, República Árabe de Siria, Venezuela y Cuba que viven en Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay, y Uruguay. Creemos que este es un pequeño aporte a una causa grande: la causa de quienes con esfuerzo, con dedicación, con mucho sacrificio y habiendo vivido en primera persona tanto sufrimiento en un mundo con tantas heridas abiertas, debieron empezar de nuevo. Hoy, al invitarlos a escuchar, conocer y reconocer a las personas refugiadas en Argentina, les agradecemos a todos ustedes como país y como comunidad por su hospitalidad, solidaridad y generosidad.
Escuchemos el mensaje de las personas refugiadas. Cambiemos el mundo. Activemos nuestros sentidos, juntos #ConLosRefugiados.