Más noticias
Opinión
Política y Economía

Opina Pablo Andrés Cribioli

Es el momento de repensar la Argentina que queremos


Por Pablo Andrés Cribioli (*)

EI 2 de abril de 2005 falleció el Papa Juan Pablo II.

España, como todo el mundo, sintió el cimbronazo de la muerte de quien había guiado los destinos de la iglesia católica durante 27 años.

La misma noche que ello ocurría, en el parlamento español el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, mantenía un duelo verbal con el jefe de la oposición, a la sazón Mariano Rajoy. Nunca en mi vida vi un debate tan virulento y mordaz. Llegaron a un límite que parecía sin retorno y que dañaba definitivamente la relación entre el gobierno y oposición.

Sin embargo, la sorpresa fue aún mayor cuando al día siguiente las cámaras de la televisión española mostraban al mundo el momento en que Rodríguez Zapatero y el jefe de la oposición, juntos, trepaban la escalerilla del avión presidencial para viajar al Vaticano y representar a España en los funerales.

Traigo este recuerdo porque me parece apropiado para realizar un análisis de la situación argentina en este momento.

A pocas horas de realizarse las elecciones presidenciales en nuestro país y envueltos en peligrosas turbulencias, es imprescindible reflexionar sobre la necesidad de actuar con grandeza y que los dirigentes estén a la altura de las circunstancias.

El problema en nuestro país es estructural, pero nadie puede dudar que tiene una raíz política profunda que ha esmerilado las bases de una sociedad dividida y desconcertada por su empobrecimiento económico e intelectual.

Si algo le ha faltado a la política argentina, salvo honrosas excepciones, es grandeza. Aquella que citaba anteriormente cuando un socialista y un conservador entendieron perfectamente que ante determinadas circunstancias hay que deponer actitudes personales y sectoriales.

Es imprescindible que el domingo a la noche el presunto triunfador y el gobierno entiendan que la transición debe realizarse de la manera más prolija y cuidadosa posible. Y si se diera el caso de una segunda vuelta, más todavía.

Es que todo indica que al presidente que asuma el 10 de diciembre le aguarda una tarea ciclópea que solo se podrá llevar adelante si se entiende que es necesario un acuerdo básico y sustancial sobre dos aspectos que son vitales: cuidar y reparar el deshilachado tejido social, ensanchado en los últimos años, y motorizar el aparato productivo, que tanto sufrió como consecuencia de una política desaprensiva. Será vital para el futuro de del país.

Para ello también es esencial que las fuerzas del trabajo, los empresarios, los distintos credos y las organizaciones sociales debidamente constituidas, formen parte de un diálogo permanente y fluido, encabezado por el presidente y del cual no deberán estar ausentes los gobernadores de todo el país.

La incertidumbre es muy grande. Hay palancas de la economía que están en manos especulativas, el bolsillo de los trabajadores y de la clase media, salvo excepciones, ya no puede más y la pobre sumada a la indigencia producen vergüenza ajena.

Es el momento de repensar la Argentina que queremos. En poco tiempo la región y países hermanos han sufrido estallidos de distinta naturaleza; de nosotros depende que nos alejemos del facilismo y los espejitos de colores que sectores poderosos alientan como la panace, buscando solo el beneficio de unos pocos.

Para finalizar es muy importante citar a un hombre de la envergadura política de Raúl Alfonsín, hoy mencionado con frecuencia por la mayoría de los políticos argentinos. En 1989 su gobierno se desvanecía golpeado por los intereses económicos de siempre y el aceleró la entrega del poder. Para ello solo le fijó 4 condiciones al presidente electo Carlos Menem, que este aceptó:

  1. Facilitar la inmediata sanción de leyes económicas que proponga el futuro gobierno.
  2. Intercambiar información entre los ministros entrantes y salientes.
  3. Constituir una delegación conjunta para negociar con los organismos internacionales de crédito.
  4. Promover una exhaustiva «investigación» de todos los actos administrativos efectuados durante su gestión.

Esto demuestra claramente que cuando hay ejemplaridad, todo es más fácil. Ojalá que a partir del 28 de octubre esto se repita.

(*) Periodista, político, ex presidente del Concejo Municipal