Un equipo de científicos encontró vida en uno de los desiertos más hostiles de la Tierra, la depresión del Danakil, en Etiopía. En este antiguo fondo marino, algunas de cuyas zonas están a 150 metros por debajo del nivel del mar, se alcanzan temperaturas de unos 50 grados centígrados.
Allí la corteza terrestre es extremadamente delgada, apenas 15 kilómetros, y bajo ella se encuentra una enorme piscina de lava ardiente. El agua del mar se cuela por el subsuelo y produce un espectacular paisaje de piscinas y chimeneas termales de agua que brota a más de 100 grados y tiñe la tierra con colores espectaculares debido a los minerales y metales presentes en el terreno, describió el diario El País.
“Es el lugar más extremo que he encontrado en la Tierra”, explicó Felipe Gómez, investigador del Centro de Astrobiología (Madrid) y autor principal del descubrimiento, que se publicó este lunes en la revista Scientific Reports. “No solo es el más caluroso que se conoce, sino también el más ácido, tanto que está por debajo de cero, fuera de la escala”, resaltó.
Desde 2015 el equipo de Gómez investigó las surgencias hidrotermales de Dallol, en una zona del sur de Etiopía vecina con Somalia y Yibuti donde no vive nadie y en donde nadie había pensado encontrar el menor rastro de vida.
Los investigadores analizaron las paredes de las chimeneas de los géiseres. En 2017 descubrieron unas estructuras esféricas extremadamente pequeñas en torno a las que se había formado una especie de caparazón de minerales. Los científicos realizaron análisis moleculares para determinar si había ADN activo en las muestras —un indicador de actividad biológica— y podían atribuirlo a alguna especie.
“Hemos encontrado al menos dos especies de bacterias y arqueas probablemente nuevas”, explica Gómez. “Una de ellas pertenece al grupo de las nanohaloarqueas. Se trata de organismos esféricos de unos 50 nanómetros, tres veces más pequeños que otras bacterias. Se recubren de minerales y acaban recubiertos por una capa de minerales como si estuvieran fosilizadas”, describió.
“Las nanohaloarqueas se describieron por primera vez en 2012, estudiando un lago hipersalino de Australia y, casi a la vez, en las salinas de Santa Pola [Alicante]”, explica Josefa Antón, microbióloga de la Universidad de Alicante. “Se encuentran muy frecuentemente y con cierta abundancia en ambientes hipersalinos de todo el mundo pero no se han cultivado hasta la fecha”, resalta. «Lo que más llama la atención es lo importantes que parecen ser unos microorganismos que prácticamente se acaban de descubrir y que resulta que están por todas partes y no los habíamos detectado, seguramente en parte por falta de herramientas. El ambiente que han estudiado es realmente extremo, por lo que puede ampliar los escenarios donde es posible que haya vida», añadió la científica.
Es la primera vez que se encuentra vida en Dallol, aunque otros equipos la habían buscado antes. El hallazgo tiene grandes implicaciones para la búsqueda de vida en otros planetas.
“Este lugar es muy parecido a Marte en su origen, hace miles de millones de años, y también a la Tierra cuando se estaba enfriando el océano de lava que la recubría”, señala el investigador. Una de las teorías más plausibles sobre el origen de la vida en la Tierra es que tuviera lugar en chimeneas hidrotermales, en este caso submarinas, en cuyo interior se podrían haber comenzado a ensamblar primero el ADN y luego las membranas protectoras para dar lugar a los primeros seres vivos.
“El hallazgo nos va a ayudar a buscar vida en Marte”, aseguró Gómez, que forma parte del equipo científico de las misiones de exploración marciana de la NASA que lanzaron el Curiosity, así como del nuevo vehículo que la agencia desplegará en el planeta en 2020.
Con información de El País.