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En unas Pascuas diferentes, el Papa dedicó su bendición a los enfermos de coronavirus


Foto: Vatican News

Francisco celebró la misa del Domingo de Resurrección acompañado por unos pocos diáconos, el coro del lugar y los dos símbolos a los que les confió el fin de la pandemia

El papa Francisco celebró este domingo en la Basílica de San Pedro la misa del Domingo de Resurrección. Además, oró por el mundo entero e impartió la bendición Urbi et Orbi a la humanidad y a toda la creación. El pontífice estuvo acompañado por unos pocos diáconos, el coro del lugar y los dos símbolos a los que les confió el fin de la pandemia: la Virgen Salus Populi Romani y el crucifijo que según la tradición católica salvó a Roma de la peste en el siglo XVI.

Francisco dedicó su bendición «Urbi et Orbi» a «los que han sido afectados directamente por el coronavirus».Y a su vez, rezó especialmente para que haya «esperanza a quienes aún están atravesando la prueba, especialmente a los ancianos y a las personas que están solas».

En su mensaje, recordó a quienes viven «un tiempo de preocupación por el futuro que se presenta incierto, por el trabajo que corre el riesgo de perderse y por las demás consecuencias que la crisis actual trae consigo».

«Animo a quienes tienen responsabilidades políticas a trabajar activamente en favor del bien común de los ciudadanos, proporcionando los medios e instrumentos necesarios para permitir que todos puedan tener una vida digna y favorecer, cuando las circunstancias lo permitan, la reanudación de las habituales actividades cotidianas», reclamó en esa dirección.

Foto: Vatican News

«Este no es el tiempo de la indiferencia, porque el mundo entero está sufriendo y tiene que estar unido para afrontar la pandemia. Que Jesús resucitado conceda esperanza a todos los pobres, a quienes viven en las periferias, a los prófugos y a los que no tienen un hogar. Que estos hermanos y hermanas más débiles, que habitan en las ciudades y periferias de cada rincón del mundo, no se sientan solos», enfatizó.

Antes de hacer el tradicional pedido de paz por los conflictos actuales en el mundo, entre ellos Venezuela, Yemen, Siria e Irak, el Papa aprovechó para dirigirse de pleno a la comunidad internacional. «Considerando las circunstancias», pidió que «se relajen además las sanciones internacionales de los países afectados, que les impiden ofrecer a los propios ciudadanos una ayuda adecuada, y se afronten por parte de todos los países las grandes necesidades del momento, reduciendo, o incluso condonando, la deuda que pesa en los presupuestos de aquellos más pobres».

«Que la crisis que estamos afrontando no nos haga dejar de lado a tantas otras situaciones de emergencia que llevan consigo el sufrimiento de muchas personas», agregó luego, antes de renovar su pedido para el cese del comercio de armas y para la protección de»los numerosos migrantes y refugiados muchos de ellos son niños, que viven en condiciones insoportables».

Para finalizar su mensaje, aseguró: «Las palabras que realmente queremos escuchar en este tiempo no son indiferencia, egoísmo, división y olvido. ¡Queremos suprimirlas para siempre! Esas palabras pareciera que prevalecen cuando en nosotros triunfa el miedo y la muerte; es decir, cuando no dejamos que sea el Señor Jesús quien triunfe en nuestro corazón y en nuestra vida. Que Él, que ya venció la muerte abriéndonos el camino de la salvación eterna, disipe las tinieblas de nuestra pobre humanidad y nos introduzca en su día glorioso que no conoce ocaso».