La Argentina no pasaría la primera ronda en un eventual «Mundial de la Educación», reveló un informe que midió como le iría al país, según el resultado de las pruebas PISA.
Al compararse con los otros participantes del Grupo D en inclusión y calidad educativa en secundaria, la Argentina quedaría en tercer puesto, detrás de Islandia y Croacia.
La Argentina está en el puesto 30 a nivel mundial en cobertura en secundaria según UNESCO, y en el puesto 59 en calidad educativa de acuerdo con las pruebas PISA.
Con estos desempeños, el país tendría serias dificultades para ser uno de los 32 países que dispute el Mundial de Educación.
De todos modos, el Observatorio Argentinos por la Educación decidió comparar los indicadores educativos de la Argentina con los de los otros participantes del Grupo D: Islandia, Croacia y Nigeria.
En el marco de la campaña #MundialEducativo, con la que busca posicionar a la educación en el centro del debate público, el Observatorio presenta el informe «En el #MundialEducativo, Argentina no pasa primera ronda».
Allí se consideran los últimos datos disponibles de tasa de escolarización en nivel secundario y los resultados de los estudiantes de 15 años en las pruebas PISA, para contrastar los niveles de inclusión y calidad educativa en los países del Grupo D.
Los resultados indican que Islandia clasificaría primera a octavos de final, con una tasa bruta de escolarización del 119,1% en secundaria y 493 puntos en PISA.
En segundo lugar quedaría Croacia, con una tasa de escolarización del 97,8% y 471 puntos y la Argentina se ubicaría en el tercer puesto, con una tasa del 107,1% y un puntaje de 388 en PISA.
La diferencia con Islandia es de 105 puntos, lo que supone que los estudiantes argentinos de 15 años tienen un nivel de desempeño similar al de los islandeses de 12 (la OCDE estima que 40 puntos de PISA equivalen a un año de escolaridad).
En cuarto lugar quedaría Nigeria, con una tasa de escolarización de apenas 56,2%: casi la mitad de los adolescentes nigerianos están fuera de la escuela.
La metodología para contabilizar los goles tuvo en cuenta dos variables. Por un lado, se compararon las tasas brutas de escolarización: los países que superan con 10 puntos porcentuales o más al rival convierten un gol; si la diferencia supera los 50 puntos se contabiliza un segundo gol.
Por otro lado, se compararon los resultados de desempeño en la prueba PISA de Matemática: los países que superan por 20 o más puntos al otro marcan un gol; cuando la diferencia es mayor a 80, se computa un segundo gol; y cuando supera los 130, un tercero.
Si bien el informe distingue inclusión y calidad como dos variables distintas, lo cierto es que resultan inseparables.
Así lo entiende Guillermina Tiramonti, investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y profesora de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP): «Para que las oportunidades de la escolarización generen posibilidades equitativas de vida a todos los que concurren a la escuela, es necesario que la experiencia escolar otorgue los instrumentos y recursos que el mundo contemporáneo exige para participar activamente del intercambio social, político, económico y cultural».
«De no ser así, nuestras escuelas alimentan en los alumnos esperanzas que terminarán necesariamente en frustración», agregó.
Esas «esperanzas frustradas» se expresan, por ejemplo, en estudiantes que están escolarizados pero no aprenden.
Al observar los niveles de desempeño en PISA surge que, si la Argentina fuera un equipo, 7 de los 11 miembros tendrían nivel bajo: la mayor parte de nuestra selección tendría dificultades para resolver los problemas más sencillos.
El 67% de los estudiantes argentinos de 15 años obtuvieron niveles de desempeño bajos en PISA, y muy pocos (0,3%) alcanzan niveles altos de aprendizaje.
En Islandia, en cambio, solo 2 de cada 10 chicos quedan en los niveles más bajos de PISA, y el 11% se ubica entre los mejores.
En el #MundialEducativo, Islandia tendría un Messi, pero la Argentina no.
«En comparación, estos datos son más graves que la crisis que mostró nuestra selección de fútbol en el Mundial. Deberían generar mayor urgencia e indignación pero no lo hacen. ¿Acaso renunciamos a nuestras aspiraciones para el sistema educativo? Esta es una renuncia que no podemos permitirnos. Les debemos un compromiso mayor a las próximas generaciones», concluye Ignacio Ibarzábal, director ejecutivo del Observatorio Argentinos por la Educación.