En una extensa charla con CLG, Rubén Galassi hizo un balance de los últimos 12 años del gobierno del Frente Progresista y habló sobre el futuro del Partido Socialista
En una extensa charla con CLG, Rubén Galassi hizo un balance de los últimos 12 años del gobierno del Frente Progresista y habló sobre el futuro del Partido Socialista
Por Santiago Ceron
Al igual que en el resto del país, son tiempos de cambios en la provincia de Santa Fe. El gobierno de Omar Perotti ya lleva casi un mes en el poder y atrás quedaron los doce años consecutivos de gestión del Frente Progresista. Hermes Binner, Antonio Bonfatti y Miguel Lifscthiz marcaron una etapa que, para bien o para mal, se diferenció de la polarización reinante en el resto del país.
Ahora llega una nueva época para el Partido Socialista que, por primera vez en más de una década, ocupará el rol de oposición en la provincia. Por eso, en una extensa charla con CLG, Rubén Galassi, ex ministro de Gobierno de Bonfatti y ex diputado provincial, dio su visión sobre el panorama político santafesino y nacional: el balance de la gestión progresista, las rispideces con Perotti, las expectativas con Alberto Fernández y lo que le depara el futuro al Partido Socialista.
—¿Cómo se analizan los tres gobiernos progresistas que dejan atrás?
—Después de 12 años creo que el progresismo ha dejado un sello en la provincia, que con la perspectiva que da el paso de los años va a cobrar real dimensión. Esto no pretende ser un autoelogio, sino una reivindicación de los hechos y una especie de balance. Binner, Bonfatti y Lifschitz van a ser recordados como gobernadores que transformaron la realidad de la provincia de Santa Fe. Obviamente que, como todo proceso político o institucional, siempre tiene para poner cosas en el debe y en el haber. Sin embargo, creo que la capitalización institucional y política, y la transformación cultural y social que ha tenido la provincia va a ser reconocida más temprano que tarde por todos los que analicen el proceso objetivamente.
No han habido áreas donde no se haya dejado una huella positiva; claramente la dejamos en salud, educación o trabajo. En los últimos años ha habido una inversión sin precedentes en obra pública. En paralelo hubo una transformación en el poder judicial que no se veía en esta provincia desde hace muchas décadas. También se transformó el sistema de seguridad pública, se les cambiaron las condiciones a los policías. Cuando llegamos cobraban un 50% en negro, eran de los peores pagos. Se sentaron las bases para depurar una fuerza que tiene muchos casos de corrupción.
—¿Cuál fue la deuda pendiente?
—Uno mide la acción de un gobierno por los resultados; distinta sería la conclusión a la que arribaría si uno lo midiera por los esfuerzos y las medidas. En los últimos años se destinaron muchos recursos, tiempo y gestiones con organismos nacionales e internacionales para mejorar la seguridad. A pesar de todo eso, los resultados no han sido lo que nosotros y la sociedad esperaba. Todos sentimos una carga pesada por no haber podido dar la respuesta que la sociedad quería y es una materia pendiente. El problema es que la seguridad se mezcla con las mezquindades de la puja política, y cuando pasa eso a los únicos que beneficiamos es a los que viven del delito. El tráfico de drogas es un gran negocio por un lado, y al mismo tiempo es el causante de una gran violencia, no sólo en Rosario, sino también en Argentina y el mundo. Esto debe ser política de Estado pero no sólo en Santa Fe, es imprescindible la participación de todos los organismos nacionales.
—En 2019 hubo una transición muy conflictiva y ahora llueven las críticas de un lado a otro, ¿por qué?
—Desde junio a diciembre en vez de aprovecharse ese proceso, se perdió tiempo precioso. La mayor responsabilidad le cabía a quienes habían resultado ganadores porque eran los que se iban a hacer cargo desde el 10 de diciembre. No se reconoció lo que se venía haciendo, no se generó un vínculo para, por ejemplo, elaborar en conjunto un presupuesto. No se puede caer en imposiciones que hasta suenan a caprichos de decir ‘hasta que yo no llegue, no se empieza a hacer nada’. Se perdió el tiempo y entiendo que se lo sigue perdiendo porque hemos entrado en receso y se han tomado medidas que les generan dificultades a los trabajadores en la idea de instalar un diagnóstico de que la provincia de Santa Fe está mal. Tenemos los problemas que tiene todo estado subnacional porque estamos en un país terriblemente endeudado, con crisis social y desocupación; es imposible que Santa Fe esté bien. Pero, en ese contexto se dejó un gobierno ordenado con mucha inversión y con una deuda flotante, que es la deuda que se genera hasta en un propio hogar y que es lógico que se pague más adelante.
Creo que hay un diagnóstico incorrecto deliberado y digo deliberado porque el objetivo es instalar que Santa Fe está mal. Por lejos, nuestra provincia es a la que Nación más le adeuda: 100 mil millones de pesos. Es algo que uno no puede negar a la hora de hacer un balance. Todo esto esconde un diagnóstico erróneo y deliberado para instalar una idea de Santa Fe en crisis y que el gobierno progresista no supo gobernar, cuando lo que hizo fue transformar la provincia. Ya entrando en el segundo mes de gestión, se está develando de manera preocupante la ausencia de una propuesta de gobierno para los cuatro años venideros.
—¿Creés que Perotti tendrá más éxito al enfrentar la inseguridad?
—Si creemos que la seguridad es un slogan lamentablemente no, pero como vivo en esta provincia y quiero que este tema vaya bien, creo que tiene que haber una convocatoria a todos los sectores políticos para armar un plan estratégico en todos los niveles que pueda enfrentar con éxito esta problemática.
—El ministro de Seguridad, Marcelo Saín, responsabilizó a Lifschitz y a vos por el escrache al hogar de Perotti en Rafaela, ¿por qué?
—No sé por qué cargó contra nosotros. Estas son las cosas que conspiran contra los acuerdos que tiene que tener una sociedad para combatir este flagelo. Creo que los únicos que festejan cuando se dan estas pujas políticas son los que viven del delito. Esperemos que las declaraciones hayan sido el arrebato propio del ímpetu con el que se inicia una gestión y que ahora entremos en una etapa de serenidad que nos permita trabajar entre todos.
—Atrás quedó el gobierno de Mauricio Macri y la era Alberto Fernández ya comenzó, ¿que visión tenés del presidente?
—Creo que la sociedad argentina se dio cuenta de que había que terminar con un modelo que claramente profundizó la pobreza y la exclusión, y en paralelo agudizó el endeudamiento externo como no se veía desde hace décadas: llevó la deuda externa a 300.000 millones de dólares y eso se fugó del país. Todas las medidas en ese sentido fueron negativas. Respecto a Alberto Fernández mis expectativas son modestas, creo que las primeras decisiones que tomó apuntan a contener y a mejorar la realidad de los sectores más necesitados, algo que comparto claramente, como también comparto el diagnóstico de que hay argentinos que tienen hambre y que hay que tomar medidas en ese sentido.
Cuando digo que mis expectativas son modestas digo que en un punto tenemos que hacernos cargo de que los partidos políticos democráticos no podemos explicar por qué desde el 83 a esta parte no pudimos mejorar los indicadores sociales que nos dejó la sangrienta dictadura. No sólo no los hemos podido mejorar, sino que amargamente tenemos que decir que se han profundizado. El gran desafío del gobierno de Fernández es hacer una convocatoria amplia y generar un plan estratégico que piense la Argentina a 20 años. Valoro que le hayamos puesto punto final a un modelo claramente excluyente pero el país que yo sueño es diferente: sin exclusión, con niveles educativos diferentes, poblado.
—Dejaron de ser gobierno en la provincia y comienza una nueva etapa, ¿qué le depara el futuro al Partido Socialista?
—Aquí en nuestra región está nuestra lucha en cada lugar. En Rosario seguiremos defendiendo lo construido y aceptamos los nuevos desafíos. En la provincia buscamos ayudar a mejorar las cosas, hacer un equilibrio de poder y desde un espacio de gobierno contribuir a que vivamos mejor. Además, tenemos mucha expectativa en el proceso de Rosario, la gran mayoría por no decir todos los socialistas y frentistas acompañamos el proceso. Creo que Pablo Javkin con sus primeras medidas está reafirmando un camino en la salud pública, cuestiones sociales y cultura, y también dando su propia impronta de austeridad y control. El Partido Socialista surgió hace más de 120 años para defender a los trabajadores con la idea de una sociedad más justa. Fuimos la primera fuerza política en Argentina que empezó a plantear la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, somos profundamente pacifistas, siempre tenemos una mirada muy profunda de lo que pasa en nuestro país, pero sin dejar de mirar lo que pasa en el mundo. A lo largo de estas décadas estuvimos y estamos muy preocupados por el futuro de lo que nos contiene, que es nuestra tierra y el medio ambiente. Esta tarea sigue más vigente que nunca: defender la paz, seguir luchando por sociedades más justas, que la diferencia entre el que más y el que menos tiene no sea tan escandalosa, seguir defendiendo la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Lamentablemente la paz y un medio ambiente sano es incompatible con el desarrollo invasional del capitalismo.