Miles de personas participaron en decenas de manifestaciones para denunciar el «golpe de Estado» del primer ministro Boris Johnson, tras su decisión de suspender el Parlamento en la recta final antes del Brexit.
De Manchester en el noroeste de Inglaterra a Edimburgo en Escocia, pasando por Belfast en Irlanda del Norte, la organización antibrexit «Another Europe is Possible» (otra Europa es posible) convocó más de una treintena de concentraciones bajo el eslógan «Paren el golpe de Estado».
La mayor comenzó a mediodía en Londres, frente a la residencia del primer ministro en Downing Street, donde una multitud coreaba «¡Boris Johnson, vergüenza!», ondeando banderas europeas.
En las pancartas se podían leer lemas como «Los demócratas no amordazan a la democracia» o «¡Despierta, Reino Unido! O bienvenido a la Alemania de 1933».
«Boris Johnson no debería decidir sobre lo que le sucede al Brexit. Ha privado al Parlamento del poder de decisión, lo que no es democrático», declaró a la AFP Bernard Hurley, un anti-Brexit de 71 años.
La concentración se vio brevemente perturbada cuando una decena de hombres con la cabeza rapada adornada con la bandera nacional británica irrumpió entre la multitud, escoltados por la policía, al grito de «¿Qué queremos? ¡El Brexit! ¿Cuándo lo queremos? ¡Ahora!«.
Una decisión «justa»
El movimiento Momentum, el ala más izquierdista del opositor Partido Laborista, llamó a «ocupar los puentes y bloquear las carreteras«.
Los organizadores dijeron que esperaban «cientos de miles» de participantes. La policía británica no divulgó cifras.
La decisión del conservador Johnson de suspender el parlamento entre la segunda semana de septiembre y el 14 de octubre, dos semanas antes del Brexit, suscitó una ola de indignación en el país.
En el Reino Unido, el primer ministro tiene derecho a hacerlo, y lo suele hacer durante la temporada de congresos anuales de los partidos políticos en septiembre.
Pero la mala elección del momento -con el Brexit previsto el 31 de octubre- y la larga duración de cinco semanas llevaron a los adversarios de Johnson a denunciar una maniobra para impedirles bloquear una salida brutal de la UE.
El primer ministro amenaza con un Brexit duro si no logra un acuerdo con Bruselas sobre las condiciones de salida. Pero justificó su decisión de suspender el parlamento afirmando querer elaborar y presentar su programa legislativo, tras su llegada al poder a finales de julio.
Para el ministro de Finanzas, Sajid Javid, preguntado el sábado en la BBC, es una decisión «justa» que permite al ejecutivo concentrarse «en las prioridades de la gente». El miércoles presentará sus prioridades presupuestarias.
Semana política intensa
Estas manifestaciones presagian una semana política intensa en Londres, donde el parlamento vuelve al trabajo el martes. Se lanzaron tres acciones judiciales contra la suspensión y los diputados intentarán legislar para evitar un Brexit sin acuerdo.
También se contempla la posibilidad de una moción de censura contra el gobierno, que solo tiene un voto de mayoría contando con el apoyo de los 10 diputados del ultraconservador partido norirlandés DUP.
Johnson, que el viernes advirtió a sus adversarios del «daño» que haría a la legitimidad política impedir el Brexit en octubre, había anunciado también la víspera una aceleración de los contactos entre negociadores británicos y europeos en septiembre.
El objetivo, encontrar una solución al tema más espinoso: la salvaguarda irlandesa, prevista en el Tratado de Retirada firmado por Theresa May con la UE, para evitar un retorno de la frontera en la isla de Irlanda.
El martes, está prevista en Londres una nueva manifestación, mientras la más alta instancia judicial civil de Escocia examinará una demanda presentada por diputados proeuropeos contra la suspensión, tras haberse negado a hacerlo en procedimiento urgente el viernes.
El ex primer ministro conservador John Major se unió a otra querella, iniciada por la empresaria y activista antibrexit Gina Miller, cuya audiencia está prevista el 5 de septiembre en Londres.
El primer ministro
En sólo un mes Boris Johnson ha hecho historia y conseguido lo que ninguno de sus predecesores como primer ministro británico, ni tan siquiera Neville Chamberlain, tristemente célebre por llegar a un acuerdo con Hitler: ha puesto a la vieja y noble democracia inglesa contra las cuerdas
Ha suspendido el Parlamento por razones políticas de partido, y ha sido denunciado por la oposición como un dictador.
En Londres, Birmingham, Manchester, Edimburgo, Milton Keynes, Chester, Bristol, Cambridge, Durham, Brighton y Cardiff, delante de las estaciones de tren o los ayuntamientos, frente a estatuas de héroes locales o en centros comerciales, se improvisaron ayer por la tarde manifestaciones contra la suspensión de la Cámara de los Comunes , con paraguas en solidaridad con los estudiantes de Hong Kong y pancartas que decían “manos fuera” y “defendamos nuestra democracia”, sólo horas después de que Johnson provocara un terremoto político de nueve puntos en la escala Richter, en una de las jornadas más dramáticas que se han vivido en Westminster en mucho tiempo.