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Datos alarmantes

En promedio, las mujeres trans de Argentina mueren a los 38 años


El promedio de edad de las 11 personas trans que fallecieron este primer mes de 2019 es de sólo 38 años, es decir que vivieron exactamente la mitad del tiempo esperado para la población general, según organizaciones y activistas del colectivo, que denuncian a todos estos casos como «travesticidio social».

Dos fueron asesinatos por odio a su identidad de género, es decir fueron «travesticidios» propiamente dichos: los casos de Mirna Antonella Di Marzo (30), quien murió el 27 de enero en Salta después de agonizar tres meses por una feroz golpiza; y de Yessica Benavídez (33), encontrada muerta el 24 de enero en su precaria vivienda de Paraná con signos de violencia.

Para Belén Correa, coordinadora del espacio Archivo de la Memoria Trans, los restantes 9 casos entran en la categoría de «travesticidio social».

La dirigente argumentó que el «abandono de persona» al que se vieron sometidas estas personas a lo largo de sus vidas por parte del Estado y otras instituciones explica que hayan muerto por «enfermedades prevenibles o crónicas mal tratadas».

«Si pensamos que el primer grupo social de pertenencia es la familia, que ésta te rechaza a los 13 ó 14 años, implica también que te quedás sin colegio, y si no tenés educación no podés tampoco conseguir trabajo, es decir, estás condenada a la pobreza, sin acceso a la vivienda y a la salud. En la calle te recibe sólo la prostitución, porque no hay otro camino», reflexionó.

Correa -quien lleva un registro de las muertes trans desde 2004- advirtió que el promedio de edad de los decesos «no cambió» en 15 años, a pesar de la sanción de la Ley de Identidad de Género y otras normas de reconocimiento de derechos.

Por su parte, la activista y directora teatral trans Daniela Ruiz reclamó que se deje de «naturalizar» las muertes trans. «Cuando se entera de nuestras muertes, mucha gente dice ‘algo habrá hecho’, ‘¿qué querés, si era una travesti’?, criminalizando nuestras identidades y sin contemplar lo que nos ha sucedido en la vida y que si el 90 por ciento está en la prostitución es porque no hay elección», dijo.

Además, Ruiz reclamó que los crímenes de odio en la comunidad trans sean entendidos como «transfemicidios» y que «cuando hablamos del ‘Ni una menos’, hablemos también de la violencia de género hacia las identidades travestis/trans» que sufren lo mismo que el resto de las mujeres, con la diferencia que estas agresiones son «invisibilizadas» por «una sociedad que todavía es heternormada».

En tanto, la monja carmelita Mónica Astorga, que trabaja desde hace 13 ayudando a mujeres trans neuquinas y usa su cuenta de Facebook para visibilizar las muertes prematuras, hizo hincapié en la necesidad de trabajar con las niñas y adolescentes, «porque hoy no habría tantas muertes si se las hubiera acompañado y respetado de chiquitas».

«Ya de grandes muchas me dicen ‘no quiero vivir más’ porque se cansan de no conseguir trabajo, de que las insulten y las miren como un bicho raro. Yo les insisto en que su vida es valiosa y no tienen por qué arrebatársela», concluyó.