La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron, firmaron hoy un tratado para renovar la relación entre los dos países, en un momento clave para una Europa sumida en la incertidumbre por el Brexit y el auge de los nacionalismos en toda la región. La firma del Tratado de Aquisgran llega 56 años después del Tratado del Elíseo, que marcó las relaciones entre los dos países después de siglos de enemistad que los llevaron a mantener sangrientos conflictos.
Por ello, Merkel consideró que las relaciones entre los dos países no deben darse por sobreentendidas sino que son fruto de un trabajo que empezó después de la Segunda Guerra Mundial. El nuevo tratado, según la canciller, responde a la necesidad de hacer frente a los tiempos actuales, marcados por la amenaza de populismos y nacionalismos en la Unión Europea (UE).
«Por primera vez un Estado miembro va a dejar la UE», subrayó Merkel, citada por la agencia de noticias EFE y en alusión al proceso para la salida del Reino Unido.
Por su parte, Macron, que calificó el Brexit de «doloroso» para Europa, destacó que la firma del acuerdo con Alemania «es indispensable» y que «abre un nuevo capítulo» en las relaciones entre ambos países. «La amenaza hoy no viene de los vecinos, sino del exterior de Europa y del interior de nuestra sociedad», continuó el presidente francés.
«En este mundo, Alemania y Francia deben asumir su responsabilidad y mostrar el camino», dijo Macron, quien agregó que ambos Estados deben mostrar «cómo las naciones adultas viven en paz».
El lugar elegido para la firma del acuerdo está cargado de simbolismo; fundado por el imperio romano y ubicado en la frontera entre Alemania, Bélgica y Holanda, es considerado el primer estado paneuropeo.
En la Edad Media, Aquisgrán era la residencia favorita del emperador Carlomagno, cuyo imperio abarcaba lo que hoy es Francia, Alemania, Italia, Suiza, Austria, Bélgica, Holanda y Luxemburgo.
Mil años después, muchos de esos países se unirían nuevamente para formar el embrión de la actual Unión Europea.
El Tratado del Eliseo del 22 de enero de 1963, firmado 18 años después del fin de la Segunda Guerra Mundial por Charles De Gaulle y Konrad Adenauer, forjó una sociedad que, con sus diferencias, llegó a ser el motor de la integración europea.
Desde su llegada a la presidencia, e incluso durante la campaña electoral, Macron ha sido un defensor a ultranza de la relación con Alemania y ha prometido renovar el acuerdo para dar impulso a una UE a tono con los tiempos que corren.
El nuevo tratado, que ha sido criticado por la falta de precisiones, se refiere a seguridad, cooperación económica, investigación y tecnología, política exterior, educación, cultura, cambio climático, medioambiente y sociedad civil.
Defiende una política exterior de Defensa y Seguridad común y promueve la cooperación militar así como también el intercambio y coordinación en posiciones dentro de instituciones como la ONU o la OTAN.
Además, fomenta el «refuerzo y profundización de la unión económica y monetaria» y la «convergencia económica y fiscal».
Las críticas al acuerdo están centradas en un punto en el que París llamó a apoyar la candidatura de Berlín como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, lo que hacia el interior de Francia es interpretado como un ofrecimiento de su asiento.
Pero la mayoría de las críticas tienen que ver con la falta de precisiones, algo que puso en evidencia las diferencias entre París y Berlin.
Un alto funcionario francés admitió que Francia preferiría acelerar los cambios en Europa y dar un paso hacia reformas más amplias.
Pero Merkel, atenta a las elecciones europeas de este año en las que la ultraderecha podría arrebatarle espacios, teme que otro tipo de acuerdo sea leído como una cesión de soberanía.