Ciudad

En los últimos suspiros del 2017 la ciudad estaba desnuda

Como un árbol en otoño al que se le caen las hojas, a esta ciudad a pocas horas de que se abra la puerta del tiempo y aparezca el 2018, se le cayó la gente. Se le cayó como se le cae este año viejo. Los paseos tradicionales rosarinos, a las 19, se iban quedando desnudos de toda esa marea humana que cotidianamente le da vida con sus charlas, miradas, trabajo, ocupaciones y preocupaciones, embotellamientos y enojos.

La peatonal Córdoba, senda que soporta el paso numeroso de vida, estaba casi sola. La calle Sarmiento, respiraba la tranquilidad de la ausencia de embotellamientos. El bello bulevar Oroño, lugar elegido para paseo y aerobismo, solo escuchaba el último trino de las aves, los mismo que el Parque Urquiza.

Es que esa gente que a diario le da vida a esta Rosario y sus cosas, estaba abstraída, preparando el rito, la despedida a un año que para algunos fue bueno y para otros no tanto. Todos, sin embargo, con la misma esperanza: que este que está a punto de nacer no sea impiadoso. Que así se