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Por José Calero

En la economía sobran las dudas y falta certidumbre


Por José Calero – (NA)

A ocho de cada diez empresas les fue peor de lo esperado en el primer semestre, como consecuencia de la fuerte devaluación y la disparada de la inflación, que pusieron patas para arriba las previsiones del Gobierno y se llevaron a dos presidentes del Banco Central en pocos meses.

El dato se conoció en el Coloquio de IDEA, la entidad empresarial tal vez más identificada con los postulados del gobierno de Mauricio Macri, donde conviven grandes, medianas y pequeñas compañías, la mayoría identificada con el ideario liberal.

En este marco complejo, la tasa de interés por encima del 70% es una variable que mes a mes agudiza la recesión, con un ajuste que no se veía desde la salida de la convertibilidad en 2002.

La alta tasa de inflación del 6,5% en septiembre, que se repetiría en octubre, fue el condimento que faltaba para cerrar una tormenta perfecta, que ya comprometió la economía para 2019, año en que se elegirá presidente.

Con plazos fijos que superan el 50%, no hay economía que resista en el mediano plazo, porque quién va a arriesgar su capital en un emprendimiento productivo si el banco le garantiza semejante tasa de retorno.

Los depósitos a plazo fijo, que hace una semana oscilaban en torno al 45% anual, subieron hasta 55% para grandes operaciones a un año, lo que llevó a inversores que siguen de cerca el mercado a hacer cuentas rápidamente.

Por semejante tasa de interés, el inversor apuesta a ganarle a un dólar que para empatar esa carrera tendría que estar en torno de los $60 dentro de un año, un nivel muy alto si se cree en la posibilidad de que, a partir de noviembre, el Gobierno logre bajar algo la inflación.

En este escenario de enorme tensión financiera, los grandes inversores pueden conseguir hasta 65% de ganancia casi sin arriesgar, haciendo un pase con las entidades que compran las Letras de Liquidez del Banco Central (Leliq), que pagan ¡73% anual!

Si bien en el BCRA son optimistas, la calma cambiaria está lejos de haber llegado y la divisa estadounidense continúa teniendo un comportamiento volátil.

La presión sobre el dólar se agrava por el inesperado fortalecimiento de la economía norteamericana, que bajo el gobierno de Donald Trump está alcanzando niveles de productividad que emparejan las mejores etapas históricas de la primera potencia mundial.

En la Argentina, agravan la crisis el desempleo en alza y los problemas en la cadena de pagos, un tema abordado por la gobernadora María Eugenia Vidal ante los empresarios reunidos en Mar del Plata.

En un escenario tan complejo, el Gobierno apeló a sellar un acuerdo ampliado con el FMI -que se aprobaría formalmente el 26 de octubre- con el fin de garantizar el financiamiento necesario para no entrar en default en 2019, al fin de cuentas lo único que le interesa a los inversores.

A cambio, debió aceptar durísimas condiciones, como alcanzar el equilibrio fiscal el año próximo, para lo cual habrá que profundizar el ajuste, con un alto costo social y un crecimiento de la protesta callejera.

De los cuatro años que gobernará Macri, tres serán con el país en recesión, todo un dato sobre el delicado momento que atraviesan los argentinos.

El Gobierno ensaya un discurso optimista: ante los empresarios de IDEA, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne – tal vez uno de los últimos fusibles que le quedan a Macri- sorprendió al afirmar que la inflación está «desacelerándose». Tras esa afirmación, hubo varias caras de asombro en el salió del Sheraton marplatense donde 900 empresarios lo escuchaban.

El futuro de Dujovne depende de que en noviembre se desacelere la inflación, porque de lo contrario a Macri no le quedaría otra que modificar el rumbo económico, con ministro incluido.

La apuesta del jefe del Palacio de Hacienda es audaz, teniendo en cuenta que el INDEC informó que la inflación de septiembre fue del 6,5% y acumuló en doce meses 40,5%, mientras los precios mayoristas escalaron 16%.

Dujovne, quien estima un costo de vida del 5% para octubre, también salió a defender la política monetaria de tasas altas: «Era la alternativa menos recesiva que teníamos», justificó el funcionario. Ver para creer. Las proyecciones del por ahora fortalecido ministro de Hacienda arrojan una inflación del 3% para noviembre y diciembre.

Aún si eso ocurriera, la inflación anual superaría el 47%, un nivel estratosférico que más que triplica las proyecciones realizadas en diciembre de 2017, cuando se modificó la meta de inflación, hasta que finalmente fue dinamitada por la realidad. En el mundo de las finanzas es donde Macri aún conserva fuerte respaldo.

Es que el universo financiero teme que, tras semejante crisis, resurjan las posibilidades electorales de Cristina Kirchner, el gran fantasma detrás de las dudas de los hombres de negocio, unidos por el espanto que les provoca un retorno del populismo en la Argentina.

El ex ministro de Economía y diputado clave del kirchnerismo, Axel Kicillof, ya avisó que si ese sector político recupera el poder, lo primero que hará será revisar el acuerdo con el FMI, la política de baja de retenciones y las tarifas, entre otras medidas bien vistas por los dueños del dinero.

Durante su participación en la Asamblea Anual del FMI, los jefes de los principales fondos de inversión se lo plantearon sin muchos eufemismos a Dujovne.

Un alto ejecutivo del JP Morgan lo consultó sobre cuáles eran las posibilidades reales de que Macri obtuviese respaldo político para el ajuste prometido al FMI.

«El Presupuesto saldrá en línea con lo que proponemos, tenemos apoyo de las provincias gobernadas por peronistas», habría respondido el ministro de Hacienda para alejar los fantasmas.

Por ahora la realidad le da la razón: los diputados de esas provincias ayudaron a emitir dictamen para el proyecto de Presupuesto.

En este entramado de juegos de poder, Macri se recuesta en el respaldo sin fisuras del gobierno estadounidense de Donald Trump.

El secretario del Tesoro norteamericano, Steven Munchin, no dejó dudas en sus últimas intervenciones en foros internacionales sobre el apoyo que la administración Trump le da al gobierno de su «amigo» Macri.

Ese respaldo se repetirá, esperan en el Gobierno, durante la Cumbre del G20 que se hará en Buenos Aires entre el 30 de noviembre y el primero de diciembre próximos.

Macri le pidió a los legisladores de Cambiemos que para cuando llegue esa cumbre ya esté aprobado el Presupuesto 2019 con la promesa de un fuerte ajuste y equilibrio fiscal primario.

El presidente espera utilizar esa tribuna de alto calibre para relanzar su gobierno y retomar la iniciativa con el objetivo de buscar la reelección en octubre del año próximo.

Falta menos de un año y se amplifican las dudas sobre si podrá lograrlo.