Una gatita llamada Ellie llegó junto a su dueña Maureen Franklin a una veterinaria ubicada en Gateshead, Inglaterra, en estado crítico: apenas pesaba 280 gramos. La profesional británica tomó una extraña decisión y le salvó la vida.
Según informó el portal Mirror, cuando Franklin llevó a Ellie a la veterinaria, la gata no podía levantar la cabeza y sus mucosas estaban blancas, debido a la falta de glóbulos rojos. La veterinaria lo sabía, la gata necesitaba una transfusión de urgencia.
Helen Spry entendió que no había tiempo para encontrar un donante y tomó una decisión drástica, pero valiente: había que practicar una xenotransfusión, una transfusión de sangre entre animales de distinta especie.
La donante de Ellie fue Bella, la propia perra de Spry. Esta decisión le salvó momentáneamente la vida a Ellie, ya que seguía necesitando sangre de gato sano para sobrevivir.
Mediante la ONG VetsNow se realizó un pedido a la solidaridad y, en muy poco tiempo, se pudo dar con un donante para la pequeña gata. Un día después, Ellie ya comía y, según su dueña, incluso jugaba. Ahora, se recupera satisfactoriamente.