Opinión

¿El techo ya no es prioritario?


Por Oscar Puebla - arquitecto y corredor inmobiliario

El sueño de la casa propia estuvo alguna vez muy arraigado. Nuestros abuelos trabajaron mucho e hicieron de la Argentina de principios del siglo XX un país próspero. Con el terreno comprado en cuotas, y peso sobre peso, tuvieron su casa y una vida dedicada al trabajo, donde el objetivo era lograr que la familia crezca y los hijos sean profesionales. Una vida simple donde las vacas comían pasto y las gallinas las sobras de la comida.

La relación con los bancos era otra cosa. Había tiempo para charlar con el gerente y los créditos eran a sola firma con pagarés. Estoy hablando de hace 100 años. Nosotros somos los nietos o tataranietos de esa gente. Por eso todavía seguimos pensando en tener nuestra casa y que un banco nos dé un crédito.

Pero hubo un cambio. El mundo cambió. En Estados Unidos o en España los créditos blandos a 20/30 años fueron de los mayores golpes económicos a la sociedad, debido a la burbuja inmobiliaria y financiera que se generó.

Con solo 5.000 euros se podía comprar un hermoso departamento a pagar en 30 años y, si necesitabas más plata, estaba la opción de hipotecar otro bien. Por ejemplo, la casa de tus padres. Con esa suma, se podían comprar los muebles del departamento y un lindo auto 0km, todo esto gracias a la garantía de las propiedades y del buen sueldo correspondiente a un puesto gerencial en una empresa local. Pero la crisis trajo falta de pago, refinanciaciones y, finalmente, las ejecuciones.

El mercado se cae, el precio de los inmuebles baja mucho. El resultado es que hoy en día son pocos los españoles que tienen su casa propia, solo aquellos que la reciben por herencia. Lo «Malo-Bueno» de Argentina es que no hay un mango y nadie le presta plata a nadie. Y eso está bien a vistas de todo lo que pasó. Si una familia compró un lote en la provincia de Buenos Aires, hoy, de a poco, la casa se construye con esfuerzo y peso sobre peso.

Por suerte, los bancos no confían en nosotros y nosotros tampoco confiamos en los bancos. Los propietarios en la Argentina en su mayoría no le deben plata a ningún banco. El gran cambio es que para los protagonistas de hoy que nacieron en 1990 todo es desechable, todos se puede reciclar.
Estos jóvenes están más en el ser que en el tener.

El estar liviano de equipaje nos permite movernos con facilidad en el mundo, sin visa de trabajo se puede vivir 6 meses al año en casi cualquier parte del mundo. El apego a un electrodoméstico o a un auto es cosa del pasado. Hoy se puede alquilar todo, y se usa cuando lo necesito. Además, puedo trabajar en forma remota y aprovechar el cambio horario para disfrutar de mi día como quiera.

Vender una propiedad es todo un desafío, sobre todo si de eso depende mi nueva forma de vida. Los nuevos modelos de negocios inmobiliarios ofrecen a los inversores un negocio de renta administrada. Los edificios tienen espacios comunes de trabajo y esparcimiento, y las unidades están totalmente equipadas. Hasta se puede contratar la limpieza del departamento como en un hotel.

Estos nuevos modelos de negocio permiten a los jóvenes invertir en pequeñas cuotas partes, lo que les permite resguardar el valor de sus ganancias en un bien inmueble. Es un cambio de paradigma: invierto en generar una renta que me permita pagar un alquiler en cualquier parte del mundo sin depender de un crédito bancario. El mundo cambió… Y debemos adaptarnos.