“Están todos indignados, me llegaron mensajes de gente que le robaron televisores, sillas de los patios y cables por el cobre”, contó Carolina, referente de la Asociación Civil
El flagelo de la inseguridad ya no deja a nadie en paz. Lugares que uno cree “intocables” por los delincuentes como los comedores y merenderos barriales, actualmente están a la merced y muchas veces se encuentran ante robos y vandalismo en sus sedes. El último caso que llamó la atención fue el ocurrido en el Comedor Los Conejitos, de Sarratea al 1200, que en menos de 40 días sufrió dos robos, perpetuados por el mismo grupo. “Me violentaron la puerta del frente, más allá de que tenía seguridad, la fueron rompiendo por partes. Se llevaron mercadería y calzado nuevo para los chicos”, contó Carolina Acosta, referente de la Asociación Civil del noroeste de Rosario.
Los Conejitos ya padeció tres hechos de inseguridad. El primero en el mes de enero, el segundo el 17 de agosto y por último este 23 de septiembre, estos dos últimos efectuados por familiares de Carolina, puntualmente la sobrina y su pareja. “Da bronca que sea del barrio y familiar mío de sangre. La familia no se elige, ella eligió otra vida y no la que nuestros viejos nos enseñaron, lo único que tenemos en común es la sangre. No me representa como familia y me indigna como responsable de la institución”, remarcó la mujer en diálogo con este medio.
Al comedor asisten de lunes a viernes más 140 niños de 6 meses hasta 12 años, alrededor de 20 chicos adolescentes y casi 70 madres, que se vieron perjudicados por el último hurto. “No pudimos dar el desayuno del jueves, sí el almuerzo, pero al saber que no detuvieron aún a una de las personas nos da miedo por la integridad física de nosotras y no pudimos abrir este viernes”, contó la mujer, que remarcó que el problema tiene un denominador común: las adicciones.
Acosta relató que el barrio entero está atravesando una ola de inseguridad particular: “Están todos indignados, y más allá de que hay miedo de denunciar porque son los mismos chicos del barrio los delincuentes, me fueron llegando mensajes de gente contándome que le robaron televisores, sillas de los patios, materiales de los techos y cables por el cobre”.
“Está pasando mucho que los chicos están perdidos por las drogas y nos entran a robar para poder vender y consumir”, resumió la mujer.
En cuanto al comedor, Carolina agradeció la ayuda de mercadería y a la gente que “siempre dona porque sabe que esto es el día a día”, pero llamó a la comunidad a colaborar para reforzar la seguridad del establecimiento: “Necesitamos caños, estructuras para inventar una reja, alguien que done fierros y hasta un herrero para poder armarla”.
Para colaborar se pueden comunicar al 341-3053721.
Por último habló del accionar policial y de la Justicia, que rápidamente pudieron dar con parte de la mercadería robada y con una de las mal vivientes.
“El accionar de la Policía fue bueno y se pudo recuperar algo de lo que nos robaron”, señaló Acosta, no obstante se preguntó por un arma ‘tumbera’ que ella vio en la detención y no fue declarada en ningún acta: “Tengo los videos y siempre declaré que ellos la tenían”, arremetió.
Pasando a la parte judicial, Carolina se lamentó que el juez a cargo sea Roberto Lanzon, quien en agosto dejó en libertad a las mismas personas que este viernes deberá imputar por el mismo hecho.