Este lunes el río midió apenas 71 centímetros en el puerto local, y las proyecciones para mayo no son alentadoras.
El río Paraná continúa su tendencia descendente en la región. Según los datos oficiales de Prefectura Naval Argentina, este lunes se registró una altura de apenas 71 centímetros en el puerto de Rosario, consolidando una baja considerable en comparación con semanas anteriores: el 14 de abril medía 1,28 metros y un mes atrás, el 14 de marzo, llegaba a 1,43 metros.
El Instituto Nacional del Agua (INA) actualizó su reporte semanal, en el que señala que el panorama no cambiará en el corto plazo. De acuerdo a sus proyecciones, para el próximo 6 de mayo el nivel en Rosario podría oscilar entre los 40 centímetros y 1,20 metros.
El informe del INA advierte que predominará un escenario de «aguas bajas». La dinámica será de descenso o, en el mejor de los casos, de una leve estabilización de los niveles.
Entre las causas principales de la bajante, el INA señala el déficit de precipitaciones registrado en la última semana en buena parte de la cuenca del Paraná. Para los próximos días, se esperan lluvias leves y aisladas sobre sectores puntuales como el tramo Corrientes-Goya, el Paraná hacia el Estuario del Río de la Plata y algunos afluentes del Delta, pero en general, la escasez de lluvias persistirá.
El tramo Corrientes-Goya, donde el río ya se encuentra en condiciones de aguas bajas, muestra un comportamiento relativamente estable, en línea con la escasa erogación de la represa de Yacyretá y la falta de lluvias en el tramo argentino-paraguayo.
A largo plazo, el INA anticipa una posible y leve recuperación, aunque sujeta a cómo evolucionen las precipitaciones en la cuenca alta y a la operación de los principales embalses.
En el tramo entre La Paz y Rosario, el comportamiento fue de descenso gradual en las últimas semanas. Según el reporte, a corto plazo (7 días) se espera que esta tendencia se atenúe progresivamente, estabilizándose en un plazo extendido de entre 7 y 15 días.
Mientras tanto, el bajo nivel del Paraná sigue generando preocupación, especialmente por su impacto en la navegación comercial, la biodiversidad y el abastecimiento de agua en distintas localidades ribereñas.
