En paralelo, el país se hunde en una crisis económica que, según el Banco Mundial, puede ser de las peores desde 1850
El presidente libanés, Michel Aoun, encargó hoy al millonario Najib Mikati la formación de Gobierno, tras el fracaso de los intentos de sus dos predecesores para terminar con una larga parálisis política agravada por un histórico colapso de la economía nacional.
Durante consultas vinculantes iniciadas hoy mismo por presidente con los diferentes grupos parlamentarios, Mikati recibió el apoyo de 72 parlamentarios y la abstención de otros 42, con lo que fue oficialmente declarado por Aoun como primer ministro designado.
Considerado el hombre más rico del Líbano y una de las mayores fortunas de Medio Oriente, Mikati, de 65 años, ya fue primer ministro en dos periodos, el último entre 2011 y 2014, y es visto por muchos como símbolo de la corrupción de la clase dirigente.
Su nominación -que no implica que ya sea primer ministro, para lo cual deberá primero designar un Ejecutivo con aval del Parlamento- llegó tras la renuncia en julio de Saad Hariri, que llevaba nueve meses tratando de formar Gobierno y chocando con Aoun.
Antes había fracasado Mustapha Adib, designado justo después de una explosión en el puerto de Beirut en agosto de 2020 que causó 200 muertos, devastó barrios enteros de la capital y provocó la dimisión del Gobierno saliente del primer ministro Hassan Diab. Diab todavía dirige en funciones el país.
El bloqueo político se eterniza desde entonces, entre interminables negociaciones entre partidos que impiden la formación de un Gobierno reclamada por la comunidad internacional. Mikati recibió el apoyo de Hariri y su grupo parlamentario, incluyendo al partido y milicia Hezbollah, y, en el plano externo, goza también del apoyo de Francia, exmetrópoli colonial, y de Estados Unidos.
El millonario, cuyo primer Gobierno asumió en 2005, ahora debe proponer una lista de ministros que sea aceptada por la clase dirigente, que no ha cambiado en décadas y es acusada de corrupción e incompetencia por gran parte de la población. El primer ministro designado se comprometió a formar un Gobierno en el plazo de un mes, aunque existe el temor de que se demore durante meses.
En paralelo, Líbano se hunde en una crisis económica que, según el Banco Mundial, puede ser de las peores en el mundo desde 1850. Después de la dimisión de Hariri, el valor de la libra libanesa cayó, alcanzando las 21.000 por un dólar, una depreciación récord para un país inmerso en una profunda crisis económica.
Con una fortuna estimada de 2.700 millones de dólares según la revista Forbes, Mikati es percibido por muchos como símbolo de una clase dirigente incompetente y corrupta que sobrevivió a un inédito levantamiento popular de finales de 2019.
Sospechoso por entonces de enriquecimiento ilícito, Mikati goza de escasa popularidad, incluida en su ciudad natal Trípoli, la más pobre del país. Anoche, decenas de personas protestaron ante su residencia en Beirut, acusándolo de corrupción y nepotismo.
Sin embargo, los dirigentes de los partidos lo ven como el candidato de consenso capaz de formar un Gobierno creíble que permita desbloquear una ayuda internacional crucial. La comunidad internacional se comprometió a inyectar miles de millones de dólares si se formaba un Gobierno para luchar contra la corrupción.
Esta condición sigue sin cumplirse, mientras el hundimiento económico del país conduce a una pobreza masiva, hiperinflación y todo tipo de carencias para su población.
En julio, Francia anunció una nueva conferencia de ayuda internacional para el Líbano el 4 de agosto, fecha del primer aniversario de la explosión del puerto de Beirut.