El delantero, de 32 años, se transformó en el segundo futbolista capaz de terciar en el reinado de Messi y el portugués Cristiano Ronaldo
El argentino Lionel Messi resignó hoy el premio FIFA The Best al Mejor Jugador del Mundo en manos del goleador polaco Robert Lewandowiski, de fantástica temporada en el Bayern Múnich de Alemania.
El delantero, de 32 años, se transformó en el segundo futbolista capaz de terciar en el reinado de Messi y el portugués Cristiano Ronaldo -el otro integrante de la terna final-, después del croata Luka Módric, ganador del trofeo en 2018.
Messi buscaba su séptimo reconocimiento como mejor futbolista de la FIFA, tras el Balón de Oro obtenido en 2009, 2010, 2011, 2012 y 2015 (también entregado por la revista France Football) y el The Best que logró el año pasado.
Sin títulos oficiales con su club, Barcelona, este año, el argentino quedó relegado por el 9 del Bayern Múnich, que redondeó un admirable palmarés en el año de la pandemia del coronavirus.
Lewandowski, primer futbolista polaco de la historia en ser galardonado como el mejor del mundo en una temporada, fue campeón este año de la Liga de Campeones de la UEFA, Bundesliga, la Copa de Alemania, la Supercopa alemana y la Supercopa de la UEFA.
📌 𝗟𝗼𝘀 #𝕋𝕙𝕖𝔹𝕖𝕤𝕥 𝗱𝗲 𝟮𝟬𝟮𝟬:
🏆 R. Lewandowski
🏆 L. Bronze
🏆 J. Klopp
🏆 S. Wiegman
🧤 M. Neuer
🧤 S. Bouhaddi
⚽️ Son Heung-min#FIFAFootballAwards 😍Los premiados, al detalle
👇👇👇👇👇— FIFA (Español) (@fifacom_es) December 17, 2020
También se consagró máximo goleador de la Champions, de la Bundesliga (por tercer año consecutivo) y la Copa de Alemania (por cuarta vez seguida. Ganó el premio al mejor jugador del año en Alemania y Europa.
Un polaco rebelde que supo ser suplente del argentino Lucas Barrios
Robert Lewandowski se hizo futbolista bajo el intenso frío de su ciudad de origen, Varsovia, y también en la adoptiva Leszno, al oeste de la capital, bajo el aliento constante de una familia en la que el deporte era clave, al punto que su padre, Krzysztof, hizo el mismo camino y su madre, Iwona, se destacó como voleibolista profesional.
El destino del actual delantero de Bayern Munich estuvo marcado desde el 21 de agosto de 1988, época en la que la Unión Soviética comenzó a mostrar complicaciones en Polonia y el partido político Solidaridad, con los gremios a la cabeza, planteó un escenario cambiante de cara al futuro cercano.
De hecho, en ese entonces, su papá era una estrella de Hutnik Varsovia, y la coyuntura lo empujó a Partyzant de Leszno -club de los inicios del mejor jugador del 2020-.
En esa realidad, con un país que sufrió los crímenes de lesa humanidad del nazismo a principios del siglo, Lewandowski forjó su carácter desde los nueve cuando se puso los botines por primera vez. En esa época, el único premio importante era el pastel que recibió tras cada gol por parte de su mamá.
La carrera se consolidó con el pasar del tiempo, aunque le tocó sufrir mucho las cargadas de sus compañeros por sus condiciones físicas, ya que era extremadamente flaco y alto -mide 1.86-. Eso no le resultó un impedimento a la hora de dejar en claro su potencia física y sobre todo su capacidad dentro del área, donde se mueve como pocos (hizo 55 goles en la pasada temporada, en la que ganó todos los títulos en Alemania y en Europa).
«Sus piernas parecían palos y cuando llevaba la pelota parecía que se iba a partir por la mitad. Le dije que comiera panceta», recordó hace poco Krzystof Sikorski, entrenador del Legia Varsovia, en la biografía oficial del atacante, llamada «Mi verdadera historia».
La trágica muerte de su padre lo hizo replantearse la carrera, acaso fue el peor oponente al que se enfrentó en su trayectoria. Allí terminó de afirmarse. Y según reiteró él se marcó un «antes y un después» en una adolescencia marcada por la rebeldía que lo llevó a enfrentarse en diversas ocasiones con la policía en manifestaciones.
Poco a poco, Lewandowski pasó de ser un adolescente a un hombre, la camiseta de Znicz Pruszkow, un equipo de la segunda de su país, le otorgó la confianza tras un mal paso por Legia, y él la devolvió con 15 goles y un ascenso a la Primera. Se quedó dos temporadas, con números extraordinarios: 32 tantos en 58 partidos.
Lech Poznan lo recibió con los brazos abiertos y el amor se transformó en goles (41) y un título de la Primera División en la temporada 2009/10, que también lo tuvo como máximo goleador.
De golpe, el delantero, que en paralelo estudió educación física y utilizó su cambio físico como exposición de la tesis final, rompió las fronteras de Polonia y diferentes equipos de España e Inglaterra preguntaron por él, aunque nunca quisieron desembolsar los cinco millones de euros en los que estuvo tasado.
Solamente una persona quiso tomar ese riesgo: el alemán Jürgen Klopp -ahora en Liverpool-. El perfil revolucionario del germano sedujo a Lewandowski y Borussia Dortmund se animó a una inversión de casi lo pretendido. ¿Qué necesitaba el DT por ese entonces? Un recambio para el argentino Lucas Barrios, nacionalizado paraguayo e integrante de su seleccionado en el mundial de Sudáfrica 2010.
Por ese entonces, Borussia Dortmund dominó la Bundesliga, Lewandowski levantó dos veces la copa, pero en la temporada del debut decepcionó a todos por su falta de porte. «Lo quería para aguantar la pelota y no estuvo a la altura», se quejó Klopp en una conferencia de prensa. Esto lo motivó al futbolista a encerrarse, según relató, seis horas por día en el gimnasio para cambiarlo todo al otro año: 30 goles. Y así siguió con 36 anotaciones y la titularidad más otros 28 en la última con esos colores.
En el medio se despachó con cuatro a Real Madrid por la semifinal de la Liga de Campeones 2012/13, la que perdió con Bayern Múnich.
Sus dos socios ideales en el Dortmund fueron los conocidos por todos los futboleros argentinos: Mario Götze y Marco Reus. Allí se basó la piedra filosofal de ese equipo, del que se despidió con un triplete ante Bayern Múnich por la Copa de Alemania.
El resto de la historia de Lewandowski es la conocida. Se hizo referente, dueño y señor de la camiseta 9 de Bayern Múnich, con el que este año complicado por el coronavirus lo conquistó todo, avergonzó al Barcelona de Lionel Messi (8-2 en la semifinal de Lisboa, con uno suyo). Un total de 263 celebraciones con su equipo. Y un premio al mejor jugador del año, desbancando al rosarino y a Cristiano Ronaldo, que no olvidará a los 32 años.