"Trabajar da capacidad de mantenerse a sí mismo, a la propia familia y contribuir al crecimiento de la propia nación", dijo Francisco un 1º de mayo de 2013, a días de haber asumido
La importancia del empleo como elemento central de la «dignidad» humana es un eje recurrente del discurso social del papa Francisco, que lo considera una «prioridad» de su magisterio, especialmente desde que en 2014 pronunció por primera vez su histórico reclamo de «Tierra, Techo y Trabajo» como un «anhelo que debería estar al alcance de todos».
Menos de dos meses después de ser elegido Papa, en su sexta audiencia general como Pontífice, Francisco adelantó la importancia que le asignaría a la cuestión del trabajo en su pontificado.
«El trabajo es un elemento fundamental para la dignidad de una persona» a la vez que «da la capacidad de mantenerse a sí mismo, a la propia familia, y contribuir al crecimiento de la propia nación», sostuvo en el encuentro con los fieles del 1 de mayo de 2013.
«Aquí pienso en las dificultades que, en varios países, encuentra el mundo del trabajo y de la empresa; pienso en cuantos, y no sólo los jóvenes, están desempleados, muchas veces por causa de una concepción economicista de la sociedad, que busca el beneficio egoísta, al margen de los parámetros de la justicia social», agregó entonces.
Durante su primer año y medio de pontificado se sucedieron varias referencias a la importancia del empleo, especialmente en la exhortación Evangelii gaudium, publicada a fines de 2013, y considerada por el propio Pontífice como la «hoja de ruta» de su magisterio.
En la exhortación, planteó que «en el trabajo libre, creativo, participativo y solidario, el ser humano expresa y acrecienta la dignidad de su vida», al tiempo que «el salario justo permite el acceso adecuado a los demás bienes que están destinados al uso común».
Para el Papa, «molesta que se hable de ética, molesta que se hable de solidaridad mundial, molesta que se hable de distribución de los bienes, molesta que se hable de preservar las fuentes de trabajo, molesta que se hable de la dignidad de los débiles, molesta que se hable de un Dios que exige un compromiso por la justicia».
De todos modos, sus palabras sobre la necesidad de garantizar el empleo de forma universal tuvieron un alcance global especialmente a partir del primero de los tres encuentros que tuvo con los representantes de los Movimientos Populares del mundo, en octubre de 2014, durante el que lanzó su ya histórico reclamo de las «3T».
«Este encuentro nuestro responde a un anhelo muy concreto, algo que cualquier padre, cualquier madre quiere para sus hijos; un anhelo que debería estar al alcance de todos, pero hoy vemos con tristeza cada vez más lejos de la mayoría: tierra, techo y trabajo. Es extraño pero si hablo de esto para algunos resulta que el Papa es comunista», planteó entonces en el Vaticano.
«Me urge subrayarlo, no existe peor pobreza material que la que no permite ganarse el pan y priva de la dignidad del trabajo», insistió en el encuentro. Con el mismo énfasis repetiría luego su reclamo de las «3T» en las reuniones con los Movimientos Populares de julio de 2015, en Bolivia, y de noviembre de 2016, nuevamente en Vaticano.
Otro punto de inflexión en sus discursos sobre la importancia del empleo fue durante su visita a Génova de mayo de 2017, en la que sostuvo que «el mundo del trabajo es una prioridad humana y, por lo tanto, es una prioridad cristiana, una prioridad nuestra, y también una prioridad del Papa».
«La falta de trabajo es mucho más que la falta de una fuente de ingresos para poder vivir. El trabajo es también esto, pero es mucho, mucho más. Trabajando nosotros nos hacemos más persona, nuestra humanidad florece, los jóvenes se convierten en adultos solamente trabajando», sostuvo en esa oportunidad.
En ese marco y retomando el trabajo de sus predecesores, agregó que «la doctrina social de la Iglesia ha visto siempre el trabajo humano como participación en la creación que continúa cada día, también gracias a las manos, a la mente y al corazón de los trabajadores».
«Sobre la tierra hay pocas alegrías más grandes que las que se experimentan trabajando, así como hay pocos dolores más grandes que los dolores del trabajo, cuando el trabajo explota, aplasta, humilla, mata. El trabajo puede hacer mucho daño porque puede hacer mucho bien», planteó.
Para terminar de dimensionar el lugar que el Papa le otorga a la importancia del empleo, fue en medio de la pandemia, en mayo del año pasado, cuando dedicó una de sus misas matutinas de Casa Santa Marta a la fiesta del Día del Trabajador y convocó a rezar «para que a nadie le falte el trabajo y que todos sean justamente remunerados y puedan gozar de la dignidad del trabajo y la belleza del descanso».