El papa Francisco se reunió este jueves con los delegados de 31 pueblos indígenas diferentes de América, África, Asia y el área del Pacífico en la sede de Roma de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en un gesto de particular cercanía.
Durante la reunión, que duró unos veinte minutos, el papa saludó a los presentes uno por uno, algunos de los cuales le regalaron estolas artesanales, informó el portavoz del Vaticano, Alessandro Gisotti.
Entre las presentes figuraba Myrna Cunningham, representante del pueblo miskito de Nicaragua, coordinadora del Foro Internacional de Pueblos Indígenas organizado en la capital italiana por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA).
El Foro, fundado en 2011, es una plataforma para el diálogo permanente entre los representantes de los pueblos indígenas, el FIDA y la comunidad internacional.
Este año, el Foro se enfoca en promover el uso del conocimiento de los pueblos indígenas para permitirles desarrollar resiliencia climática y facilitar el desarrollo sostenible.
En un discurso pronunciado a su llegada a la FAO ante los embajadores y representantes de más de 100 países, reunidos para la inauguración de la 42° sesión del Consejo de los Gobernadores del FIDA, el papa recordó que es posible vencer la batalla contra el hambre.
«El hambre no tiene presente ni futuro. Solo pasado. Para esto, es necesario la ayuda de la comunidad internacional, de la sociedad civil y de cuantos poseen recursos. Las responsabilidades no se evaden, pasándolas de unos a otros, sino que se van asumiendo para ofrecer soluciones concretas y reales», dijo.
Para el Papa argentino es clave promover el desarrollo rural y también luchar contra toda forma de dependencia.
«El desarrollo rural, una meta de la que viene hablándose desde hace tiempo pero que no termina de concretarse», reconoció Francisco al mencionar que es una «paradoja» que buena parte de los más de 821 millones de personas que sufren hambre y malnutrición en el mundo sean campesinos y vivan en zonas rurales y se dedican a la producción de alimentos.
«Habría que otorgar protagonismo directo a los propios afectados por la indigencia, sin considerarlos meros receptores de una ayuda que puede acabar generando dependencias. Y cuando un pueblo se acostumbra a depender, no se desarrolla», recalcó.
En su discurso el pontífice abordó otro argumento que considera importante y que resumió como la necesidad de «fomentar ciencia con conciencia», dijo.
«Hay que poner la tecnología realmente al servicio de los pobres: Las nuevas tecnologías no deben contraponerse a las culturas locales y a los conocimientos tradicionales, sino complementarlos y actuar en sinergia con los mismos», afirmó.
Francisco recomendó por último a los expertos de Naciones Unidas que trabajan en ese sector que «los desvelos y deliberaciones sean en beneficio de los descartados y víctimas de la indiferencia y el egoísmo; y podamos ver la derrota total del hambre y una copiosa cosecha de justicia y prosperidad», concluyó.