Mundo

El Papa pidió en Bahréin una sociedad sin la regla del «ojo por ojo, diente por diente»


Francisco tuvo un sábado centrado en la comunidad católica local, con una misa para 30.000 personas de más de 100 nacionalidades

Por Hernán Reyes Alcaide, enviado especial – Télam

El papa Francisco lanzó hoy una nueva condena implícita a la pena de muerte vigente en Bahréin y a las guerras al rechazar la lógica del «ojo por ojo, diente por diente», al tiempo que animó a los jóvenes del reino árabe a «derribar algunas barreras» para hacer un mundo «más conforme al hombre».

En un día centrado en la comunidad católica local, con una misa para 30.000 personas de más 100 nacionalidades, y en un encuentro con la juventud del país islámico, Francisco destacó la apertura migratoria de Bahréin y mostró su rechazo a la indiferencia frente a la guerra y al «mundo cerrado» de la actualidad.

«Reaccionar de una forma simplemente humana nos encadena al ojo por ojo, diente por diente, pero eso significa hacer justicia con las mismas armas del mal que recibimos», planteó el Papa en su primera actividad, al celebrar su única misa en suelo de Bahréin en el Estadio Nacional, en Riffa, 15 kilómetros al sur de la capital Manama.

Francisco inició el jueves la primera visita de la historia de un pontífice al reino, donde rige la pena de muerte desde 2017. El viaje ha incluido reuniones con autoridades islámicas y autoridades del país en las que ha expresado mensajes por los derechos de mujeres y trabajadores y su reclamo de paz y recorte al comercio de armas.

El jueves, en su primer discurso, el Papa ya había planteado que pensaba «en el derecho a la vida, en la necesidad de garantizarlo siempre, también en relación a los que son castigados, cuya existencia no puede ser eliminada», en un rechazo a la pena de muerte vigente en el país.

Este sábado, al encontrar a representantes de la comunidad católica local y fieles llegados desde 111 países, el Papa planteó a sus seguidores que Jesús «ve y sufre observando en nuestros días, en tantas partes del mundo, formas de ejercer el poder que se nutren del abuso y la violencia, que buscan aumentar su propio espacio restringiendo el de los demás, imponiendo su dominio, limitando las libertades fundamentales y oprimiendo a los débiles».

Ante una multitud que los organizadores cifraron en 30.000 personas, Francisco convocó a «vivir concreta y valientemente la fraternidad universal, perseverando en el bien incluso cuando recibimos el mal, rompiendo la espiral de la venganza, desarmando la violencia, desmilitarizando el corazón».

Para el Papa, «no se puede restablecer la paz si a una palabra ofensiva se responde con otra palabra todavía peor, si a una bofetada le sigue otra. No, es necesario desactivar, quebrar la cadena del mal, romper la espiral de violencia, dejar de albergar rencores, dejar de quejarse y compadecerse de sí mismo».

«Esta tierra es precisamente una imagen viva de la convivencia en la diversidad, de nuestro mundo cada vez más marcado por la permanente migración de los pueblos y del pluralismo de las ideas, usos y tradiciones», agregó el pontífice durante la homilía, en un marco en el que la mayoría de los cerca de 80.000 católicos del país (el 5% de la población total) son trabajadores inmigrantes llegados del Sudeste Asiático y de países pobres de la región.

Tras la misa, Francisco se reunió con 800 jóvenes del país, a los que animó a «derribar algunas barreras» para hacer una sociedad «amiga y solidaria», y les pidió «gestos concretos» para no ser «indiferentes e intolerantes» con los demás.

«Jóvenes, ustedes son los que, como viajeros inquietos y abiertos a lo inédito, no tienen miedo de enfrentarse, dialogar, hacer ruido y mezclarse con los demás, convirtiéndose en la base de una sociedad amiga y solidaria», planteó el pontífice en el encuentro en la Escuela del Sagrado Corazón de la capital Manama.

«Esto es fundamental en los contextos complejos y plurales en los que vivimos; derribar algunas barreras para inaugurar un mundo más conforme al hombre, más fraternal, aun cuando esto suponga enfrentar muchos retos», los animó luego.

Más temprano, en el tercer día y penúltimo día de su visita, el Papa encabezó, después de su misa, una reunión con jóvenes católicos, parte de la comunidad local de cerca del 10% de la población, y musulmanes, la fe mayoritaria en la nación del Golfo Pérsico.

«Ustedes, jóvenes, sobre todo ustedes, frente a la tendencia dominante de permanecer indiferentes y mostrarse intolerantes con los demás, hasta el punto de avalar guerras y conflictos, están llamados a reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras», les recordó luego.

Para el Papa, en ese marco, «las palabras no son suficientes, se necesitan gestos concretos realizados en lo cotidiano».

Francisco planteó durante el encuentro que «todos los instrumentos y la tecnología que la modernidad nos da no bastan para que el mundo sea pacífico y fraterno».

«En efecto, los vientos de guerra no se aplacan con el progreso técnico. Constatamos con tristeza que en muchas regiones las tensiones y las amenazas aumentan, y a veces los conflictos estallan», lamentó luego.

El viernes, el Papa había pedido por la paz en Ucrania y, junto a autoridades del islam, renovó su llamado para terminar con el comercio de armas a nivel mundial.

En un país con gran cantidad de inmigrantes, Francisco lamentó que el nacimiento de conflictos se da «porque no se trabaja el propio corazón, porque se permite que en las relaciones con los demás las distancias se agranden, y de este mismo modo las diferencias étnicas, culturales, religiosas y de otro tipo se convierten en problemas y temores que aíslan, y no en oportunidades para crecer juntos».

Mañana, el Papa cerrará la visita con una reunión con los obispos, sacerdotes y religiosos del país antes de regresar a Roma.