El papa Francisco, decidido a reparar sus «graves» errores de apreciación en los casos de abusos sexuales en la iglesia de Chile, se reunió por separado en el Vaticano con tres víctimas, que este miércoles revelarán detalles de las conversaciones.
Las tres víctimas fueron invitadas al Vaticano después de que el Papa pusiera en dudas las denuncias contra el cura Fernando Karadima, acusado de abusos sexuales, y en particular contra uno de sus asistentes, durante su viaje en enero a Chile, lo que generó una oleada de indignación, protestas.
Hospedadas desde el viernes pasado en la Casa Santa Marta, la residencia del Papa dentro del Vaticano, las tres víctimas del cura Fernando Karadima, mantuvieron largas conversaciones de más de dos horas con Francisco, primero por separado y luego todos juntos.
La imagen de las tres víctimas mientras asistían desde un lugar privilegiado al Ángelus dominical en la plaza de San Pedro, instalados con sus familias en un balcón del palacio apostólico, reflejaba la voluntad del Papa de luchar contra ese fenómeno, que ha causado la mayor crisis de la iglesia chilena.
Cinco años después de ser elegido al trono de Pedro, la pedofilia sigue siendo una espina clavada en el pontificado de Francisco y uno de los problemas más graves que tiene aún que encarar, sobre todo ahora que será juzgado por primera vez un cardenal, el australiano George Pell, por agresión sexual.
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– Conmoción y esperanzas -.
El Vaticano había adelantado que no emitiría comunicados sobre los encuentros con los chilenos Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo, porque «su prioridad es escuchar a las víctimas, pedirles perdón y respetar la confidencialidad de estos coloquios».
Sin embargo, los tres chilenos manifestaron con sendos con tuits su conmoción y esperanzas.
Francisco se comprometió desde su llegada al trono de Pedro a luchar contra la pederastia y puso en marcha una comisión para la protección de la infancia de la que formaron al inicio algunas víctimas que abandonaron luego por polémicas internas.
Pese a esos gestos, las asociaciones de víctimas consideran que la jerarquía de la Iglesia no está haciendo todo lo posible para impedir que sacerdotes abusen sexualmente de menores de edad en todo el mundo.
Grupo de activistas han pedido en diferentes ocasiones al papa Francisco tomar medidas más duras para romper con la cultura del silencio y la difamación que por décadas reinó dentro de la Iglesia frente a los abusos sexuales cometidos por curas.
La invitación a las tres víctimas surgió justamente después de que el Papa pusiera en dudas sus denuncias contra Karadima y en particular contra uno de sus asistentes, durante su viaje en enero a Chile, lo que generó una oleada de indignación, protestas y críticas.
A su regreso al Vaticano, el Papa ordenó una investigación sobre el caso y reconoció públicamente que se había equivocado y que había sido mal informado, por lo que decidió invitarlos y concederles el tiempo que necesiten.
Para la investigación, a cargo de monseñor Charles Scicluna, fueron entrevistadas 64 personas y elaborado un informe de 2300 folios que significó el vuelco del Papa.
En 2011 el Vaticano había condenado al padre Karadima a «una vida de silencio y penitencia», reconociendo su culpabilidad. Pero no lo redujo al estado laical, que es la pena más dura que se aplica en estos casos.
Además de las víctimas de Karadima, Francisco convocó al Vaticano para mediados de mayo a los obispos y cardenales chilenos, un gesto drástico tras el cual va a tomar «medidas», según adelantó el mismo pontífice en una carta pública.
No se excluye que entre las medidas que tome figure la sustitución de varios prelados para abrir una nueva era de la iglesia chilena, consciente del daño causado a la ya deteriorada imagen de la institución en ese país latinoamericano.
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– Un cardenal juzgado por abuso sexual -.
El juicio al cardenal, el clérigo de mayor rango que será juzgado por ese crimen y además miembro de la curia, es decir de la administración central de la Iglesia, constituye un duro golpe a la imagen del papado.
El responsable de la finanzas vaticanas, el cardenal australiano George Pell, de 76 años, que se proclama en todo momento inocente, será juzgado en su país por abusos a menores cuando era sacerdote y arzobispo en Melbourne, según anunció el martes un tribunal de su país.
El purpurado, que se marchó desde finales de junio de 2017 para defenderse en Australia, pese a tener denuncias desde 2002 por abuso sexual, fue encargado por Francisco para manejar las finanzas de la Santa Sede.
«El año pasado el santo padre le había concedido un periodo de retiro para poder defenderse de las acusaciones que le habían sido lanzadas. Tal disposición permanece todavía válida», escribió el portavoz de la Santa Sede, Greg Burke, en una breve y única declaración oficial.