El 1º de mayo se conmemora el Día del Trabajador, para reivindicar la labor de aquellos que día y noche se esfuerzan para poder sustentar sus hogares y sus familias a través de la actividad que realizan. La fecha es en homenaje a los llamados Mártires de Chicago, un grupo de sindicalistas anarquistas que fueron ejecutados en 1886. Ese mismo año, la Noble Order of the Knights of Labor, una organización de trabajadores, logró que el sector empresarial cediese ante la presión de las huelgas por todo el país.
Hace 133 años, el grupo de obreros estadounidenses, cansado de la explotación y de los pocos beneficios que obtenían, decidió movilizarse en reclamo de reivindicaciones laborales. La protesta generó que más de 80 mil personas se movilizaran en una convocatoria histórica, liderada por Albert Pearsons.
Ese movimiento había sido calificado como «indignante e irrespetuoso», «delirio de lunáticos poco patriotas», y manifestando que era «lo mismo que pedir que se pague un salario sin cumplir ninguna hora de trabajo».
A partir de allí, el conflicto se fue extendiendo a otras ciudades norteamericanas, logrando que más de 400.000 obreros pararan en cinco mil huelgas simultáneas. La magnitud del conflicto causó preocupación al gobierno y al sector empresarial, que creyeron ver en las manifestaciones y huelgas el inicio de una revolución anarquista.
La fábrica Mc. Cormik de Chicago no reconoció la victoria de los trabajadores y el 1º de mayo de aquel año la policía disparó contra los manifestantes que, a las puertas del lugar, reivindicaban el nuevo acuerdo de jornadas de ocho horas. Durante los siguientes días murieron más trabajadores, hasta que el día 4 una bomba estalló contra las fuerzas policiales, suceso conocido como «el atentado de Haymarket».
Fueron ocho los sindicalistas anarquistas ejecutados en Estados Unidos por su participación en las jornadas de lucha por la consecución de la jornada laboral de ocho horas. Ellos fueron George Engel, Samuel Fielden, Adolf Fischer, Louis Lingg, Michael Schwab, Albert Parsons, Oscar Neebe y August Spies.
El 21 de junio de 1886 comenzó el juicio a 31 obreros acusados de haber sido los promotores del conflicto. Todos fueron condenados, dos de ellos a cadena perpetua, uno a 15 años de trabajos forzados y cinco a la muerte en la horca; uno de ellos se suicidó antes de ser ejecutado y tres fueron recluidos. La culpabilidad de los condenados nunca fue probada.
Por la magnitud de la protesta y la tremenda visibilidad que logró la huelga, se instauró el 1º de mayo como el Día del Trabajador, día en que comenzó el movimiento obrero moderno.