Por José Odisio
La adrenalina corre con más intensidad. La semana sin jugar generó cierta calma, alejó ansiedades, y le permitió a Kudelka trabajar. Pero el momento se acerca y es inevitable que lleguen los nervios, en hinchas, como es lógico, y también en los jugadores, aunque en cancha habrá siete u ocho que no se formaron en el club y cinco debutantes clásicos.
Es imposible abstraerse a la importancia del partido. La valoración sentimental y anímica es muy alta. Y jugar con la tabla de promedios al lado le da al partido un toque de angustia difícil de diagnosticar, aunque jugarlo en la fecha seis al menos le saque algo de dramatismo si el resultado no acompaña. Hay mucho en juego, demasiado. Pero no define nada deportivamente, aunque habilita al hincha a sentirse pleno con la victoria, y a amargarse el semestre si el resultado es adverso.
Puede jugar Leal o Alexis, pero no parece ser la clave del partido para Newell’s. Lo más importante pasará por tener una mejor postura en cancha fuera del Coloso, donde el equipo parece perder la memoria o la inercia del partido lo hace retroceder sin proponérselo. El otro punto es la pelota parada. En los últimos años antes de cada Clásico Newell’s padeció el juego aéreo. Lo sufrió, le hizo perder partidos.
Esta vez hay otro poder aéreo. Pasó a ser una fortaleza. Newell’s va confiado en este rubro. Y entonces, hay algo menos para sufrir. Y de cara a un choque tan importante, tan tensionante, tener una preocupación menos es todo un alivio.