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El mito de los siete años es falso: ¿cómo calcular la edad humana de un perro?


El factor de conversión que estipula que un año perruno equivale a siete humanos, no es tan exacto como muchos creen

El factor de conversión que estipula que un año perruno equivale a siete humanos, no es tan exacto como muchos creen

Es un mito popular que para calcular la “edad humana” de un perro se la multiplica por siete. Sin embargo, esta regla no es tan exacta como muchos creen. El promedio de esperanza de vida humana es de 77 años, por lo que la perruna debería ser de 11, según el factor de conversión que establece que un año perruno es igual a siete humanos.

Una nueva investigación sugiere que la cuenta no es tan simple. Al observar hitos básicos del desarrollo el por qué se vuelve bastante claro. Por ejemplo, la mayoría de las razas caninas alcanzan la madurez sexual entre los 6 y los 12 meses; el extremo superior de ese rango corresponde, según la conversión tradicional, a una edad humana de 7 años.

En el otro extremo del espectro, aunque inusual, se sabe que algunos perros viven por más de 20 años. Bajo la regla de conversión que se suele utilizar, esto equivaldría a 140 años humanos.

Para complicar aún más las cosas, la esperanza de vida de los perros depende significativamente de la raza. Los perros más pequeños suelen vivir significativamente más tiempo, lo que sugiere que envejecen más lentamente que los perros más grandes.

Estos hechos plantean una marcada diferencia entre la edad biológica y la cronológica. La forma más obvia de describir la palabra edad es simplemente «el tiempo transcurrido desde el nacimiento». Esta es su definición cronológica. Mientras que la edad biológica es un concepto más subjetivo, que se basa en evaluar los indicadores fisiológicos para identificar el desarrollo de un individuo.

Los indicadores fisiológicos incluyen medidas como el «índice de fragilidad» (encuestas que tienen en cuenta el estado de enfermedad de un individuo), deficiencias cognitivas y niveles de actividad. También están los biomarcadores de envejecimiento más objetivos, como los niveles de expresión génica (los genes producen proteínas a diferentes velocidades en diferentes etapas de la vida) o el número de células inmunes.

La velocidad a la que aumenta la edad biológica depende de factores genéticamente heredados, de la salud mental y también del estilo de vida. Por ejemplo, si se consume mucha comida chatarra y se fuma, en lugar de hacer ejercicio y comer saludable, es probable que la edad biológica supere a la cronológica.

La vida y edad de un perro

Al comparar edades de animales entre especies, la edad biológica es mucho más útil que la cronológica. Saber que un hámster tiene seis semanas de edad no da una buena imagen de en qué etapa de su vida se encuentra, incluso si se sabe que la esperanza de vida de un hámster es solo de tres años. Sin embargo, conocer que un hámster ha alcanzado una edad en la que puede reproducirse ofrece una imagen mucho más precisa de su nivel de madurez.

Los autores del nuevo estudio sobre el envejecimiento de los caninos sugieren que una forma sensata de medir la edad biológica es a través de los llamados «relojes epigenéticos», cambios en el empaque del ADN que se acumulan con el tiempo en todos los mamíferos.

En particular, la «metilación», la adición de grupos metilo (un átomo de carbono unido a tres átomos de hidrógeno) al ADN, parece ser un buen indicador de la edad.

Muchos marcadores fisiológicos prominentes, como el desarrollo de los dientes, parecen ocurrir en los mismos niveles de metilación en diferentes especies.

Nueva fórmula

Al hacer coincidir los niveles de metilación en perros perdigueros de labrador y humanos, los investigadores lograron una fórmula para asignar la edad del perro a su equivalente humano. Esa fórmula es: edad humana equivalente = 16 x ln (edad cronológica del perro) + 31.

«ln» representa una función matemática conocida como el logaritmo natural. La función logarítmica es bien conocida en las escalas no lineales para la energía liberada durante los terremotos (Richter) o para medir el sonido (decibelios).

Es útil para medir cantidades cuyos tamaños varían en muchos órdenes de magnitud. Incluso es posible que una experiencia logarítmica del paso del tiempo explique por qué se percibe que el tiempo se acelera a medida que se envejece.

Un atajo útil puede ser recordar que el primer año del perro equivale a 31 años humanos. Luego, cada vez que la edad cronológica del perro se duplica, el número de años humanos equivalentes aumenta en 11.

Por lo tanto, ocho años representan tres «duplicaciones» (de uno a dos, de dos a cuatro y luego de cuatro a ocho) dándole al perro una edad equivalente a 64 (eso es 31 + 3×11).

La mayoría de los amantes de los perros ya habrán sospechado que la relación de edad entre humanos y perros no es lineal, habiendo notado que, inicialmente, sus mascotas maduran mucho más rápido de lo que sugiere la regla de los siete años.

Un refinamiento más sofisticado de la regla de los siete años ha sugerido que cada uno de los primeros dos años del perro corresponde a 12 años humanos, mientras que todos los años posteriores cuentan para cuatro equivalentes humanos.

En la práctica, los nuevos conocimientos moleculares sobre la conversión de la edad de un humano a la de un perro de la ley logarítmica sugieren que los perros se mueven a una edad intermedia incluso más rápido de lo que la mayoría de sus dueños sospechaba que podían.

Y vale la pena tener en cuenta que cuando descubras que Rex ya no persigue la pelota como lo hacía antes, es que probablemente tenga más edad de la que creías.

*Este artículo fue escrito por Christian Yates, profesor titular de Biología Matemática en la Universidad de Bath.