Opinión

El marketing «Soledad Acuña» abrió una oportunidad para debatir educación pública


Por Gabriel Brener, Lic. en Ciencias de la Educación, especialista en gestión y conducción del sistema educativo

La política educativa porteña suele ser muy cuidada en la manera de comunicarla a la sociedad, en especial a sus votantes. Dicho cuidado es directamente proporcional al deterioro de lo público. Porque para este gobierno neoliberal lo público es sinónimo de gratuito, y en esa operación, refuerza el lazo mercantil de la ciudadanía con la política. Y despoja lo público de su principal objetivo: la construcción colectiva, el sentido de construir lo común, y la defensa del Estado como cuestión vertebral para sostener una política educativa de calidad que sea inclusiva.

Por eso me parece clave este sincericidio de la ministra, porque cuando la dejamos hablar dice lo que piensa, y eso nos da indicios claros sobre cómo gobierna la educación, porque habla sin sus custodios del marketing PRO, que siempre tienen el punto de cocción de lo que ella debe servir al oído medio porteño en clave electoral.

No seria la primera ministra que gobierna un área sin experiencia en ella, asunto que excede al amarillo porteño e involucra a otros colores y áreas de gobiernos. El problema es que además de ignorar lo que significa formarse como docente, o estar en una escuela varias horas todos los días, sus declaraciones muestran desprecio hacia quienes transpiran la docencia cotidianamente. La ministra descalifica y critica a la docencia en el momento que más debería reconocer y agradecerles los innumerables esfuerzos para sostener la continuidad pedagógica en pandemia, hasta el punto de hacerse cargo del costo de conectividad para cuidar el vínculo con sus estudiantes, que bien podría correr por cuenta de Acuña y la billetera del distrito más rico del país. Que anunció 6500 chicos desconectados como una novedad de pandemia cuando gobiernan hace 13 años. Mas allá de encuestas y quien las haga, asunto que intentaron reparar luego de sus declaraciones, adjetivar en forma negativa a docentes porque no eligen la profesión como primera opción es tan arbitrario como creer que una elección es correcta cuando es original o de una vez y para siempre. Pero además, la ministra en sus afirmaciones cambia el lugar de enunciación a su rol de madre ( lo que revela otra vez que no puede ubicarse en el lugar de la docencia , siendo ella su máxima autoridad) para hacer pública su desconfianza hacia los y las docentes. Ella cree, que al cerrar la puerta del aula hay una transmutación de la docencia en adoctrinamiento. Ignora que ese encuentro de docente y estudiantes se nutre de preguntas, de miradas, de respuestas abiertas y también cerradas, entre otras tantas maneras de hacer aula. Su ignorancia respecto de ese momento escolar la obliga a hacer marketing de la desconfianza, y promueve la delación como construcción de ciudadanía. Pero esto no es un capricho de quien «acuña soledad», sino una herramienta centenaria y represiva de regulación escolar que fue vida cotidiana en dictadura y luego se reactualizó con el 0800 para denunciar que ideó Bullrich, antecesor de Acuña y va en sintonía con la política escolar de Bolsonaro («escuela sin partido»), formas recientes que asumen las democracias de repostería que buscan disciplinar la sociedad y el modo libre y soberano para pensar. Hace alarde del diálogo como manera de gobernar y nunca se animó a dialogar en forma genuina y directa con estudiantes o con docentes, hace que dialoga e impone unilateralmente sus decisiones. Por eso la secundaria del futuro se parece más a una App para bajarse que a una verdadera reforma de la secundaria. Gobierno del marketing.

Soledad Acuña volvió a la carga contra los docentes | Soledad Acuña, Docentes

Sabe que la Unicaba goza de repudio generalizado, entonces la llama de otra forma, apelando a bajar el precio de la palabra terciario y aprovechar la cotización del término universidad, sumándose al desprestigio del que fueran objeto los ISFD durante el gobierno nacional de Cambiemos y agregando que son manejados por las intendencias (municipios), ocultando que pertenecen al nivel de gobierno provincial. Y al decir eso bien vale recordarle que «su propia intendencia» intenta por todos los medios desprestigiar y exterminar la historia grande del normalismo argentino que portan los 29 profesorados que quiere (y aun no puede) cerrar hace algunos años.

Las declaraciones de la ministra son parte de un sinceramiento pedagógico y político necesario para intentar imaginar una CABA más justa y democrática que no gobierne la derecha , y la tapa de Pagina 12 es como la pantalla partida de TN cuando comparando lo que es incomparable, confunde y estigmatiza. Acuña debe ser evaluada por como piensa, dice y en especial gobierna, no por su historia escolar ni parentescos.

Puede durar el gobierno del marketing, pero los cambios escolares nunca fueron posibles sin reconocer el lugar de docentes y estudiantes para cualquier transformación.