Ciudad

El legado de la hermana Jordán: a cuatro años del fallecimiento piden que el barrio lleve su nombre


Quienes la acompañaron continúan la tarea y proponen este homenaje en la zona denominada “Los Pumitas”, en Empalme Graneros

La hermana María Jordán falleció el 9 de agosto de 2020 en Rosario. La Estación Misionera y el Centro Comunitario “María Madre de la Esperanza” es una comunidad misionera que fundó la hermana y trabaja hace casi 30 años en colaborar con los que menos tienen del barrio de Empalme Graneros.

El viejo basural de Empalme fue testigo en la década del 90 de la creación, a pulmón, de un barrio construido con el amor y la solidaridad de los rosarinos, que no dudaron en apoyar la obra, la misma se consolidó con su figura emblemática, su ejemplo de sacrificio y trabajo por los más necesitados.

Quienes la acompañaron continúan hoy su legado. Desde la comisión directiva, colaboradores, voluntarios, maestros y alumnos de la escuela, proponen desde la misión la concreción del tan mentado proyecto de poner en alto su nombre en la zona denominada “Los Pumitas”.

Nacida en Santa Cruz de la Sierra en 1949, María Silenia Jordán Avaroma tuvo un papel protagónico en la ciudad de Rosario desde mediados de los años 90. De su trabajo como docente dentro de la congregación franciscana pasó a promover el trabajo voluntario para ayudar a la comunidad Qom que se había instalado en inmediaciones del arroyo Ludueña.

El lugar se convirtió en una base para aunar esfuerzos frente a la desnutrición infantil, acompañar a adultos mayores, adolescentes, jóvenes y familias y mejorar las condiciones del asentamiento con el tendido de agua potable y eléctrico. Además de su trabajo pastoral y solidario, la religiosa se caracterizó en los últimos años por denunciar el crecimiento del narcotráfico en ese barrio rosarino.

Antes de su llegada a Argentina, Jordán había viajado a Roma desde Bolivia y allí se había unido a las hermanas franciscanas. Sus viajes desde Italia incluyeron al menos dos estadías diferentes en Brasil hasta que recaló en Rosario, donde se radicó definitivamente, su misión está encaminada por sus fieles seguidores, que a diario atienden la difícil situación del barrio.

La institución cuenta con jardín de infantes, escuela primaria, escuela de oficios, comedor comunitario y una capilla. La Iglesia, en todos sus estamentos, y el estado acompañaron a la Hermana desde su llegada de Italia en los años 90, apuntalando la ardua tarea de asistir a miles y miles de vecinos en su inmensa mayoría argentinos en condiciones extremas de pobreza y exclusión que migraron desde del norte argentino y provenientes de la comunidad Qom, también habitan el barrio los denominados «criollos», y desde hace unos años es cada vez más marcada la presencia de inmigrantes paraguayos.