A casi 80 días de su accidente en una pileta en Buenos Aires, se sigue recuperando con sesiones de hidroterapia en una clínica de San Jerónimo Sud
A más de dos meses del accidente que sufrió durante una competencia en Buenos Aires, el joven rosarino Matías Bottoni volvió a tener contacto con el agua. El nadador de 17 años, oriundo del barrio Echesortu, inició esta semana una nueva etapa en su rehabilitación con sesiones de hidroterapia en una clínica de San Jerónimo Sud, donde permanece internado desde hace semanas.
Fue un paso tan esperado como desafiante. Matías debía decidir cuándo volver a la pileta, ese espacio que durante años fue sinónimo de entrenamiento, esfuerzo y pasión, pero también el lugar del accidente que le cambió la vida. Acompañado por el equipo del Centro Integral de Rehabilitación Aprepa y su kinesióloga, Matías se animó a regresar al agua el martes, y lo repitió el jueves. «Es un paso más», resumió su mamá, Valeria, quien sigue cada avance con emoción y orgullo.
El regreso al agua, a 77 días del accidente, representa una bocanada de aire fresco para el joven deportista y su familia. El camino no es fácil. Julio fue un mes complejo, con altibajos anímicos y físicos, pero Matías no se rinde. «Sigue adelante», asegura su madre.
El 10 de mayo pasado, Matías se accidentó durante el Campeonato Nacional de Mayores en el Parque Olímpico de Buenos Aires. Durante el precalentamiento, se tiró a la pileta y chocó con otro nadador. El impacto le provocó una grave lesión en la médula y daño en la quinta vértebra cervical. Su estado era crítico. Fue operado de urgencia tras una histórica colecta solidaria que logró reunir 60 millones de pesos en menos de 24 horas.

Desde entonces, cada paso que da es una conquista. En la clínica, Matías realiza sesiones de rehabilitación, participa en terapias psicológicas y se apoya en su círculo íntimo: sus padres Valeria y Luciano, su hermano menor Juani y su novia Martina. También volvió a dibujar, una actividad que lo conecta con su creatividad y lo ayuda a atravesar la internación.
El caso de Matías generó una ola de solidaridad que no se detiene. Desde mensajes desde Uruguay hasta una bandera firmada por todo el equipo argentino de natación en Estados Unidos, el joven rosarino recibe el cariño constante de quienes siguen su historia. Incluso, una mujer de 85 años llamada Susana mantiene un cuaderno donde anota cada detalle de su evolución y reza por él todos los días.
Matías no está solo, y lo sabe. Rosario lo abraza y acompaña. Su lucha conmueve y su regreso al agua es símbolo de esperanza. «De a poco», como repiten sus familiares, va sorteando cada obstáculo. Y la pileta, una vez más, se vuelve su lugar en el mundo.
