Las labores de rescate se redoblaron este miércoles en las Bahamas tras el paso del huracán Dorian, que dejó al menos 20 muertos en el archipiélago en su camino hacia la costa sureste de Estados Unidos.
El número de fallecidos por el huracán aún puede aumentar, indicó el ministro de Salud bahameño, Duane Sands, que precisó que las labores de rescate y la exploración de las casas inundadas acababan de comenzar.
El temor era palpable en todo el archipiélago. «No tengo noticias de cinco de las 14 personas que trabajan para mí», lamentó Robert Neher, propietario de una cabaña de pescadores en el este de la isla de Gran Bahama. «Esas personas no tienen nada, ninguna de ellas tiene seguro», lamentó.
Dorian destruyó un 60% de Marsh Harbour, la ciudad principal de las islas Ábaco, según el primer ministro, Hubert Minnis. El aeropuerto estaba inundado y toda la zona parecía un lago.
Unas «70.000 personas necesitan ayuda inmediata» en las islas Bahamas, dijo el secretario general adjunto para Asuntos Humanitarios de la ONU, Mark Lowcock.
La organización desbloqueó un millón de dólares, dijo Lowcock a periodistas a través de un contacto telefónico desde Nassau, y habló de la necesidad de proporcionar alimentos, agua, refugios y medicamentos a los afectados.
Hasta el momento se ha informado de 20 fallecidos, pero las autoridades bahameñas prevén que la cifra aumente.
El primer ministro Hubert Minnis calificó la situación como «una de las mayores crisis en la historia» del país.
«No nos quedó nada»
Imágenes aéreas muestran daños catastróficos, con centenares de viviendas sin techo, autos volcados, enormes inundaciones y escombros por todos lados.
En el aeropuerto de Nassau, abrumado por el ruido de las hélices de los helicópteros de rescate, las ambulancias aguardaban la llegada de heridos para trasladarlos a los hospitales.
«Todo lo que tenemos, que teníamos, está en esa isla», dijo Meghan Bootle, de 21 años, una estudiante de Nassau cuya familia vive en el norte de la isla de Gran Ábaco. «No nos quedó nada.».
Stephen McAndrew, director regional adjunto para las Américas de la IFRC, afirmó que «la velocidad es esencial» para las operaciones de rescate.
«Ahora que Dorian se está alejando de las Bahamas, hay una ventana de oportunidad para salvar vidas y comenzar a aliviar el sufrimiento de estas comunidades», agregó en un comunicado.
El presidente estadounidense, Donald Trump, aseguró que el archipiélago había solicitado ayuda a su país.
«Una gran parte de las Bahamas fue golpeada de una manera que poca gente había visto jamás», declaró Trump. «Necesitan mucha ayuda».
«Poderoso huracán»
Mientras los esfuerzos de rescate se aceleran, Dorian avanzaba con vientos de 175 kilómetros por hora. El huracán se desplaza en paralelo a la costa sureste de Georgia, según los meteorólogos, y debe pasar a lo largo de los estados de Carolina del Sur y Carolina del Norte entre el jueves y el viernes por la mañana.
«Es un huracán muy imprevisible, muy lento y muy potente», advirtió Trump. «Pero estamos muy bien preparados».
El Centro Nacional de Huracanes, con sede en Miami, alertó sobre una crecida de las aguas en esos estados, calificando la situación de potencialmente peligrosa.
En Folly Beach, Carolina del Sur, George Hubbard, de 41 años, dice creer que los vientos «no serán demasiado fuertes». «Estoy más inquieto por las inundaciones», matizó.
Las autoridades declararon el estado de emergencia en gran parte de la costa este del país. El Pentágono, en tanto, indicó que 5.000 miembros de la Guardia Nacional y 2.700 militares en servicio estaban listos para intervenir en caso de necesidad.