La igualdad económica entre sexos podría tardar alrededor de 170 años en alcanzarse si el mundo continúa al ritmo actual, según un informe del Foro Económico Mundial, pero si de fútbol argentino se trata la balanza muestra un desequilibrio mucho más extremo.
Por caso, River pagó casi 14 millones de dólares por el pase de Lucas Pratto y Fernando Gago, de Boca, era hasta hace poco el futbolista mejor pago de la Argentina, con un sueldo de 110 mil dólares por mes.
En paralelo, las jugadoras «figuras» de los dos clubes de fútbol más importantes del país no llegan a cobrar ni cinco mil pesos de viáticos y tampoco varía mucho la situación de las futbolistas que integran el seleccionado nacional.
El fútbol femenino, que esta semana captó la atención de muchos por la clasificación de Argentina al Mundial de Francia 2019, sigue siendo por demás amateur, aunque hay un millón de mujeres que lo practican en estas tierras y el fenómeno crece en todos los estratos sociales.
Fue hace poco más de un año que las jugadoras se cansaron de la subestimación de la AFA y pidieron ser escuchadas. En septiembre de 2017, mediante una carta pública a la institución, anunciaron un paro hasta que se solucionaran «los problemas estructurales».
«Para nuestro desarrollo, es necesario contar con su apoyo y luchar por nuestros derechos», reclamaron las chicas, con tres pedidos básicos como el pago de viáticos, condiciones de entrenamiento en una cancha de césped natural y descanso en un hotel cuando viajaban (en un partido amistoso contra Uruguay, en Montevideo, habían dormido en el micro hasta la hora del partido).
Hacía bastante que las futbolistas ni siquiera tenían entrenador: Julio Olarticoechea dejó de ser el DT después de los Panamericanos de Toronto en julio de 2015 para irse a dirigir a los varones a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, donde el equipo «albiceleste» quedó eliminado en la primera ronda.
Hasta agosto de 2017, cuando asumió Carlos Borrello, el seleccionado femenino estuvo acéfalo.
Mientras el equipo estaba por debutar en el cuadrangular final de la Copa América 2018, que organizó Chile, se enteró a través de las redes sociales que la camiseta era presentada por una modelo y no por una jugadora, a diferencia de lo que ocurría en el equipo masculino, para el que Lionel Messi exhibía la nueva indumentaria oficial en Rusia 2018.
El plantel se sacó la foto de equipo haciendo el gesto del Topo Gigio, como alguna vez lo utilizó Juan Román Riquelme en Boca, para «ser escuchadas». Y logró difusión, en un contexto donde el movimiento feminista en la Argentina está en constante crecimiento con marchas multitudinarias para luchar por más derechos.
«Hubo un antes y un después de esa Copa América. En cuanto a lo futbolístico pero también en las redes, en lo mediático, se le dio más importancia, la gente nos apoyó desde el día 1 con el Repechaje, fue increíble toda la movida», le explicó la arquera Laurina Oliveros.
Multitudinario también fue el público que se acercó hasta la cancha de Arsenal, donde el seleccionado femenino goleó 4-0 a Panamá en el partido de ida del Repechaje para el Mundial de Francia 2019. El pasaporte, después de 12 años, lo consiguió el equipo con el empate 1-1 en la vuelta en Panamá.
«Me acuerdo que en el Sudamericano 2006, en el que salimos campeonas, fue en Mar del Plata pero había muy poca gente en el estadio», contó la delantera Belén Potassa, una de las más experimentadas.
«Saber que se agotaron las entradas de Arsenal ni bien salieron a la venta fue muy lindo. Una sueña con cantar el himno con una tribuna de familia y amigos, pero con tanta gente apoyando fue mucho mejor», sostuvo.
El último Mundial que había jugado Argentina fue el de China 2007, en el que la Selección perdió todos los partidos y fue eliminada en la fase de grupos. Después, no estuvo en las citas mundialistas de Alemania 2011 y Canadá 2015.
En Francia 2019, el tercer Mundial de su historia, el fútbol argentino femenino buscará pasar por primera vez a la segunda ronda. En Estados Unidos 2003, su otro antecedente, tampoco lo pudo conseguir.
De las 23 integrantes del plantel que obtuvo la clasificación al Mundial, varias son universitarias (hay una médica, otra socióloga becaria del Conicet, una estudiante de kinesiología) y diez juegan en clubes del exterior: ocho en la liga española y dos en la colombiana.
El objetivo también es que crezca el fútbol de clubes. El primer campeonato se creó en 1991, con ocho equipos participantes. Ahora, en la Primera A compiten 16 clubes y en la Primera B hay 22, divididos en dos zonas. El campeón se clasifica a la Copa Libertadores Femenina. Mañana, la UAI Urquiza debutará ante Cerro Porteño de Paraguay en Manaos, Brasil, por la edición 2018 de la Libertadores.
A nivel internacional, la FIFA busca explotar el mercado en el fútbol femenino y la Conmebol también con una disposición clave: que todos los clubes de Superliga que deseen participar a partir de 2019 en competiciones continentales deben contar con una estructura de fútbol femenino.