Líder en los rankings de las pruebas PISA, Japón basa ese éxito en la formación de sus estudiantes, que van desde los tres años a jardines preescolares donde reciben una alimentación balanceada y una enseñanza de gran calidad de forma gratuita, por lo que casi todos terminan el secundario y más de la mitad sigue en la universidad.
Una vez terminado el jardín los chicos tienen nueve años de escolaridad obligatoria hasta los 15 -seis de primaria y tres de secundaria- y otros tres de secundaria superior que, pese a no ser obligatorios, lo completa más del 99 por ciento de los alumnos.
«Lo más importante son la escuela primaria y el jardín infantil. Allí se enseña mucho y se ofrece comida con el aporte nutritivo adecuado y cuya calidad, muchas veces, los niños no pueden tenerla en sus casas», dijo a Télam Chizuru Ushida, doctora en Educación y Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Tokyo, en una visita reciente a Argentina.
Aunque hay escuelas privadas, el 99% de los chicos recibe educación primaria pública y el 93% en el nivel secundario, mientras que el 56,8% de los jóvenes que se gradúan siguen luego una carrera universitaria.
En Japón «casi todos los niños van a las escuelas públicas y se ha mantenido una calidad casi idéntica entre las del centro de una ciudad como las del campo», dijo Ushida, para quien el hecho de que la educación estatal sea mejor que la privada es «una garantía de igualdad».
«Incluso en las áreas más suburbanas, los gobiernos municipales tienen una lista de los niños con su edad y su dirección y, en caso de que se ausenten del colegio, un representante o el mismo maestro visita la casa del alumno para saber por qué faltó», explicó Chizuru.
Pese a que el plan educativo japonés no dista mucho del argentino -tienen un docente por clase en primaria y se les enseña las asignaturas clásicas con métodos de evaluación semejantes-, los resultados son muy distintos.
La última edición de las Pruebas PISA -una de las más reconocidas a nivel mundial para medir la calidad educativa de un país- reveló en diciembre de 2016 que Japón figura segundo en Ciencias, octavo en Habilidad Lectora y quinto en Matemáticas, mientras que Argentina fue descalificada por la «omisión de escuelas del marco muestral”.
Según Ushida, la diferencia cualitativa entre Japón y otros países pasó por entender la educación como algo «muy integral».
«Más importante que la acumulación del conocimiento es la formación humana; se trabaja en inculcar los valores de la armonía y el respeto a otros que tiene la sociedad japonesa», explicó al experta.
Los chicos japoneses van cuatro horas por día a la escuela hasta los nueve años. Luego pasan a una jornada más extensa, de 8.30 a 15.30, con opciones para asistir después a clubes deportivos o culturales (de música o lectura) hasta las 17.30, que tampoco tienen costo.
Otras de las particularidades de Japón es que todos lo chicos limpian juntos sus aulas y los lugares comunes del colegio, que se sortean de modo que a cada día le toque a un curso distinto.
«Importa mucho el lugar y que se apropian de él. No se ve en ese labor algo bajo, sino un respeto por el aula y la educación», explicó Ushida a esta agencia.
Un aspecto que diferencia a Japón de otros países es el valor de los maestros para la sociedad y el apoyo y el respeto que los padres tienen por las escuelas y la educación en general.
«Existe una obligación de los padres de mandar a sus hijos al colegio y que reciban una buena educación. Ellos apoyan mucho a las escuelas y la única preocupación de los maestros es educar bien a los alumnos», explicó.
Para ser maestro primario en Japón en necesario cursar en una universidad nacional pública -las privadas no pueden ofrecer esos cursos- en una carrera de cuatro años que, para los casos que se quiera hacer una maestría, se extiende a seis.
Ushida señaló además que el uso de la tecnología -computadoras o celulares- dentro de la escuela está limitado a espacios «especiales para las clases de computación, pero está prohibido en el aula».
Y expuso que si bien «la memoria antes era lo más importante», ahora se están cambiando los métodos de estudio para mejorar los resultados.
«Se busca que los estudiantes se relajen: antes se dedicaban sólo a estudiar y eran muy competitivos, ahora se apunta a que estudien artes, que hagan deportes, que cooperen más entre sí y que participen más de las clases, en lugar de que sea el docente el que imparta todo el conocimiento», cerró la especialista japonesa.
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