Ciudad

Comenzó el juicio

El dolor de calle Salta: «Once tipos nos arrebataron la vida de mi hermanita»


Seis años tuvieron que transcurrir para que la tragedia llegue a la Justicia penal. Hoy, de las 22 familias afectadas, sólo los Gianángelo continúan en el proceso de esclarecer el hecho

Por Gonzalo Santamaría

El martes 6 de agosto de 2013 quedará en la memoria de Rosario. Esa mañana ocurría la tragedia más importante que le ha tocado vivir a la ciudad: la explosión del edificio de calle Salta 2141. Desde las 9.38 de dicho día Rosario no es la misma. Las 22 muertes ocurridas por el hecho perduran en la zona y cada aniversario se recuerda con nostalgia.

Este miércoles, tras 2.101 días, el pedido de justicia llega al Centro de Justicia Penal en la voz de la familia Gianángelo, únicos querellantes con parentescos con una de las víctimas, Débora.

Los Gianángelo siguen con el proceso penal para buscar justicia y verdad sobre la fatalidad ocurrida. Horacio, padre de Débora; Sonia, la madre, y los hermanos, Hernán y Adrián, luchan para demostrar la culpabilidad de los 11 imputados.

CLG dialogó con Adrián Gianángelo que no dudó en subrayar y marcar el «camino muy duro» en búsqueda de justicia: «Nos presentamos como querellantes. Llevamos adelante la imputación, el procesamiento, la acusación, las pruebas y también el requerimiento de elevación a juicio«.

De las 22 familias involucradas trágicamente sólo quedan ellos en el proceso judicial. «Cada uno ha tomado su decisión personal de continuar o no en el camino de la justicia, y una de las formas de continuar era ser querellante», enfatizó Adrián. El resto, mediante un acuerdo, recibió un resarcimiento económico y debió renunciar a seguir con la causa penal. «Nunca recibimos un ofrecimiento. De todas maneras no nos importa el dinero», sostuvo.

El hermano mayor de Débora, junto a sus padres, se sienten «convencidos» con respecto a la «cadena de responsabilidades» que tienen los imputados en la causa. «Estos 11 tipos nos arrebataron la vida de mi hermanita«, sentenció muy afligido.

En la investigación están procesados los inspectores de la empresa Litoral Gas Gerardo Bolaños, Guillermo Oller y Luis Curaba; el jefe de la sección del edificio, Claudio Tonucci y la gerenta técnica Viviana Leegstra. También están comprometidos Carlos García, gasista, y Pablo Miño, su ayudante. Además, el gasista que trabajó doce días antes de la tragedia, José Allala, y los tres integrantes de la administración del edificio siniestrado: Mariela Calvillo, Norma Bauer de Calvillo y Carlos Repupilli.

«No somos una familia especial», agregó dejando un silencio y un suspiro, para rápidamente completar: «Somos comunes, trabajadores. Somos unidos. Siempre tuvimos fe y estamos acompañados por un montón de gente. Eso hace que nuestro camino siga”.

Adrián calificó a la Justicia como «lenta y retardada», se lamentó por el paso del tiempo y afirmó: «Es muy difícil sostenerte en el tiempo y eso también es la entereza de cada familia«. En clara alusión al proceso que siguen llevando los Gianángelo.

Mirando hacia este miércoles, el hermano de Débora sostuvo: “Yo estoy tranquilo, los que tienen que estar preocupados son las personas que están imputados”, y sin dudarlo dijo que no van a “parar” hasta demostrar que “estas personas son responsables”.

La tragedia del año 2013 tiene 22 hogares perjudicados pero sólo uno que sigue reclamando justicia. “Nuestra acusación es por los 22 muertos no sólo por mi hermanita”, pronunció Adrián y cree que el resto de las familias van a apoyar el pedido ya que los Gianángelo son “los únicos que estamos impulsando el proceso penal”.

A la hora de hablar de la comunicación con el resto de los damnificados, el hermano de la víctima le confesó a CLG que no la tienen porque “elegimos dos caminos diferentes”: “Eligieron firmar un acuerdo económico en el cual no compartimos por nada”.

La justicia para Adrián y sus allegados sería ver condenados a los 11 imputados, “es lo único que la ley se ajusta”, explicó.

El lunes por la mañana dos de los imputados pidieron ser sobreseídos y ellos, como querellantes, lograron contrarrestar ese pedido: “Teníamos tiempo hasta hoy (lunes) sino iban a ser 9 y no 11”.

Débora presente

A casi seis años del acontecimiento los momentos fueron complicados para la familia. «Cuando nos sentimos mal ahí aparece la solidaridad y el amor de la gente que te impulsa«, manifestó Adrián, quien expuso sus sentimientos en cada frase.

«Tenemos pilares, tenemos que ser honestos y honrar la memoria de mi hermanita«, dijo para recordar a Débora, que con 19 años fue la víctima más joven de aquella mañana.

El hermano no dejó pasar la oportunidad de expresar sus sensaciones: «Te arrebatan de esa forma a un familiar querido que es de la luz de nuestras vidas es muy difícil y es un camino muy oscuro difícil de salir. Siempre lo vamos a tener presente hasta que me muera» y su propia voz cortó el crudo relato.

En nombre de sus padres, Gianángelo fue contundente: «Ahora vuelven todos los recuerdos, son momentos difíciles. Pero confiamos en Dios, estamos rodeados de gente que nos quiere y unidos, eso es lo más importante».

-¿Quiénes te sostienen?

-Mi padre (Horacio), mi madre (Sonia), mi hermano (Hernán) y mi hermanita que físicamente no está pero espiritualmente y constantemente la veo.

El recuerdo presente de su hermana queda evidenciado en sus palabras: «(con Hernán) éramos terribles y como era la más chiquitita la protegíamos» y luego de otro marcado silencio finalizó: «Viste como es… supuestamente la casa es el lugar más seguro de donde estás y al final era una trampa mortal».

Adrián definió a Débora como «una persona muy especial»: «Siempre lo repito mucho, le decíamos que era una persona joven con alma de vieja, muy tranquila y sonriente«.

De fondo a la charla con CLG se escuchó el constante andar de una niña, que no llegó a conocer a su tía. Gianángelo y su familia quedaron «muy golpeados» luego de la tragedia y particularmente señaló: «La vida te vuelve a golpear porque me casé y no podía tener hijos. Pero a veces te recompensa como a mí con una hija».

La zona

Salta 2141, antes del 6 de agosto del 2013, para los Gianángelo era otra cosa. Durante 11 años Adrián vivió allí antes de la llegada de Débora. “Ahí perdí a mi hermana y una parte de mi vida”, lanzó e hizo memoria de aquel día donde en el momento de la catástrofe lo encontraba a él en los tribunales provinciales.

Y con la voz estremecida aseguró: “Todo perdí. No tengo un recuerdo de mi hermana, nada personal, nada”. Aunque con mucha entereza esgrimió: “No le tengo miedo a volver”.

Su familia se encarga de mantener el terreno limpio, pone el cuerpo en cada acto de conmemoración y organiza los eventos año tras año para que los máximos perjudicados de la tragedia sigan presentes.