Por Diego Añaños
En un acto realizado en la Casa de Bicentenario, el ministro Martín Guzmán anunció el lunes que el canje propuesto por el gobierno cosechó una adhesión del 93,5%. En términos prácticos, se pudo reestructurar alrededor del 99% de la deuda emitida bajo legislación extranjera, dada la activación de las cláusulas de acción colectiva, que a un nivel dado de aceptación de una propuesta obligan a los que quedaron afuera a aceptarla compulsivamente. El ministro Guzmán precisó que el acuerdo permitirá un ahorro de U$S37.700 millones y que la tasa de interés que venía pagando el país pase de 7% al 3,07%.
Todavía no hay datos oficiales, pero los analistas sugieren que sólo dos series de bonos habrían quedado afuera del canje: una emitida en 2010 y otra emitida en 2017. Según los cálculos ambas suman algo más de U$S600 millones, aproximadamente un 0,7% del total de más de U$S66.000 millones. Se estima que se pagarán para evitar la judicialización de toda la reestructuración.
Podemos dividir los bonos canjeados en dos grandes grupos. Por un lado los emitidos en 2005 y 2010, durante las gestiones de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, en el marco de la deuda en default de 2001. Por el otro, los emitidos en 2016 y 2017 durante el gobierno de Mauricio Macri. Los umbrales de las cláusulas de acción colectiva no eran los mismos para cada serie de bonos, y variaban entre el 50% y el 85%. Para que las cláusulas se dispararan en los casos de los bonos de 2005 y 2010, se requería contar “con la aprobación del 85% del capital agregado de todas las series”, a la vez que un mínimo del “66,66% del capital de cada serie”. En el caso de los bonos emitidos en 2016 y 2017, se debía contar con la aprobación del “66,66 del capital agregado de todas las series”, a la vez que un mínimo de “50% del capital de cada serie”.
Argentina se encontraba en default virtual desde comienzos de 2019, cuando el mercado voluntario de créditos se cerró para el país. La gestión de Macri consiguió negociar un crédito con el FMI, para salir del paso, pero el primer acuerdo no duró ni dos meses y su reperfilamiento, sólo unos meses más. El fracaso estrepitoso y absolutamente previsible de la política económica tiene en los dirigentes de Cambiemos a sus máximos responsables, pero también tiene corresponsables: tanto el gobierno de los Estados Unidos, en la persona de Donald Trump, como el FMI, que habilitó el préstamo más grande de su historia a un país que garantizaba casi en un 100% que no estaba en condiciones de pagarlo.
El ministro de Economía sostuvo que aquel préstamo se solicitó y se otorgó en base a la premisa de que eso iba a restaurar la confianza en los mercados, lo cual permitiría que Argentina accediera al financiamiento a un costo más accesible, y así poder afrontar los pagos de los servicios de deuda. Claro, dijo Guzmán, nada de eso ocurrió, como tampoco ocurrió en todas las ocasiones anteriores.
Finalmente, el ministro anunció también que en un par de semanas, la tradición dice que el 15 de septiembre, el gobierno enviará al Congreso el proyecto de Ley de Presupuesto, en el que se establecerá que el déficit fiscal para 2010 rondará el 4,5% del PBI. En ése sentido señaló que: “Ese presupuesto va a mostrar la visión de que en un contexto de una recesión tan profunda, el Estado va a jugar un rol decisivo en políticas públicas para la recuperación”. Consideró que el déficit es una herramienta de política pública muy poderosa, y que deberá ser lo suficientemente grande como para permitir estimular el crecimiento de la economía, pero a su vez deberá estar lo suficientemente contenido como para no exceder la capacidad real de financiamiento que tiene el Estado Argentino.
Cambiemos llegó a la Champions League Financiera con el mejor equipo de los últimos 50 años y con un arma letal, el Messi de las Finanzas: Luis Toto Caputo. Perdieron en la fase de grupos, y se tuvieron que volver. Hoy vieron por la televisión como Sacachispas goleaba 99 a 1 en la final y salía campeón.