Las entrañas del coronavirus de cerca. Hospital Rossi de la ciudad de La Plata controla y sigue de cerca el avance del virus
Médicos y bioquímicos que a diario se exponen al contagio de coronavirus al trabajar en uno de los 32 laboratorios de diagnóstico de la provincia de Buenos Aires, que lidian con la angustia y el estrés de evitar contaminarse, piden a la población que mantengan las medidas de prevención ya que hasta que no aparezca una vacuna habrá que convivir con el coronavirus, por lo que aseguran que «el barbijo vino para quedarse».
Se trata de los profesionales del Laboratorio de diagnóstico de Covid-19 que funciona en el Hospital Rossi de la ciudad de La Plata y que al inicio de la pandemia debió cambiar la forma de trabajo de todo su personal: 54 protocolos fueron puestos en marcha para cada sector y se implementaron talleres de salud mental para contenerlos donde aprendieron que compartían el mismo miedo hacia un virus invisible, contagioso y hasta el momento sin cura.
«El personal de la salud está bajo mucha presión, se trabaja en turnos de 6 horas; 6 horas también los que hacen los hisopados; los enfermeros trabajan una semana y la semana siguiente descansan, se puso en marcha una dinámica diferente para evitar el agotamiento», explicó a Télam la directora del Hospital Rossi Cecilia Jaschek.
La médica también tuvo que lidiar en el 2009 con la Gripe A, un virus que al principio tenía mucha letalidad y agresividad, pero en el transcurso de su evolución apareció la cura, algo que no ocurre aún con el coronavirus «y eso hace la diferencia y genera un impacto emocional en el trabajador», indicó.
«Todos tuvimos que capacitarnos en tiempo récord para saber cómo cambiarse y descambiarse, ya que ese es el momento en que uno está más expuesto a contagiarse; y fueron muy importantes los talleres a cargo del área de Salud Mental», detalló.
En esos encuentros «se reunía a 7 u 8 trabajadores de distintos sectores porque el objetivo era escuchar la vivencia de cada uno y ver que el miedo era igual en el camillero, en el enfermero, el administrativo; era poder ponerse en el lugar del otro y no victimizarse», indicó.
La directora del Hospital Rossi recordó que «otro cambio abrupto se dio en las rutinas de compartir el refrigerio y charlar juntos en la guardia. Todo eso desapareció y hoy un enfermero llega al office donde están sus compañeros de toda la vida y ya no puede compartir ni siquiera un mate».
Mientras esos cambios se registraban en todas las áreas del hospital, su laboratorio de Biología Molecular del segundo piso se readecuaba y pasaba a ser uno de los primeros centros de diagnóstico de coronavirus en comenzar a funcionar en la provincia de Buenos Aires: de trabajar de 8 a 14, hoy se ocupa de confirmar casos positivos de Covid-19 desde las 8 de la mañana hasta las 21.
Cecilia Etchegoyen, jefa del Laboratorio General del centro de salud, dentro del cual funciona el Laboratorio de Biología Molecular, contó a Télam que «el personal trabaja con un equipo especial: camisolines hemorepelentes, barbijos N95, gafas de protección, cofias y doble guantes para realizar el análisis con la técnica de PCR que busca la presencia, o no, de genes de Covid-19».
«Cuando llega la muestra del hisopado, viene en un triple envase que se retira bajo una campana de flujo luminar. Ese es el momento de mayor peligrosidad de contagio», remarcó.
En ese momento, si bien es un bioquímico virólogo el que trabaja con la muestra bajo esa campana de seguridad, este es asistido por un compañero, también vestido con su equipo de protección personal, que monitorea el proceso y está presto a auxiliarlo en lo que se necesite.
De esa muestra «se extraen células que son colocadas en un termociclador para determinar la presencia, o no, de genes de coronavirus», apuntó Etchegoyen, que destacó que el hospital tenía un termociclador en comodato que solo permitía estudiar 28 muestras diarias pero la gestión del ministro de Salud bonaerense, Daniel Gollan, compró un termociclador con capacidad para realizar 98 pruebas.
Una vez que se confirma un caso positivo, se carga el resultado en el sistema SISA, que informa de inmediato al hospital de donde provino el hisopado.
Luego de realizar una tanda de muestras, debe ingresar personal de limpieza para descontaminar el área, la campana de bioseguridad y el instrumental usado; en tanto los profesionales que estuvieron a cargo de esas detecciones deben descambiarse con mucho cuidado para evitar tocar una superficie donde pudiera estar adherido el virus.
«En parte, el contagio en el personal de salud es producto del estrés por el cuidado que hay que tener para el cambiado, el descambiado, el permanente lavado de manos, el alcohol en gel; se da una saturación y en un momento de relax se puede producir el contagio», remarcó Etchegoyen.
La funcionaria destacó la labor del Servicio de Salud Mental del hospital ya que «hay mucha gente angustiada y puede llamar a Salud Mental en cualquier momento y ellos acuden para contener».
Este vivir bajo la tensión de un posible contagio que padece el personal del hospital contrasta con aquellos que reclaman el fin de la cuarentena y aseguran que el virus no existe: «Cuando vemos a esas personas, vemos su irresponsabilidad, la poca solidaridad que sienten y generan en nosotros mucha impotencia», reconoció Jaschek.
Etchegoyen reflexionó que la Covid-19 «es un virus que no conocemos, tiene menos de un año y por la globalización está distribuido en todo el mundo pero no se sabe de la inmunidad o si puede haber rebrote».
«Hasta que no esté la vacuna en forma masiva, vamos a tener que convivir con este virus que nos llevó a cambios de hábitos que se mantendrán: el barbijo vino para quedarse hasta que llegue una solución», remarcó la jefa del laboratorio.
E insistió que «el barbijo y lavarse las manos son indispensables hasta la vacuna; la única manera de contener este virus en estos momentos es mantener el cuidado personal y la responsabilidad del ´me cuido yo y cuido al otro´».
Fotos: Télam