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El desfile del orgullo gay de Sídney celebra su 40º aniversario el sábado


Hace 40 años, tras un día de manifestaciones, militantes de la causa gay llenaron las calles de Sídney para una noche de celebración. Pero la policía intervino y golpeó con dureza a decenas de personas.
Los medios publicaron los nombres de los manifestantes, que sufrieron el desprecio de la opinión pública en un clima de opresión y prejuicios.
Parecía imposible que de aquella violencia naciera una de las mayores fiestas callejeras del mundo: el Sydney Gay & Lesbian Mardi Gras (carnaval gay y lésbico de Sídney), que celebra su 40º aniversario el sábado.
«Hubo aquella noche, que comenzó como una celebración y terminó con disturbios violentos y brutales», cuenta a la AFP Kate Rowe, una militante que tenía 27 años en el momento de los hechos.
«En términos históricos, respecto a los derechos de los gays, en vez de oprimirnos, esto sirvió en realidad de catalizador de la situación en la que nos encontramos ahora».
Rowe pertenece al grupo de los llamados «setentayochistas».
El 24 de junio de 1978, los militantes de la causa homosexual querían conmemorar las protestas de Stonewall en Nueva York, que habían estallado años antes durante una redada policial en un bar gay.
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– Olían a alcohol -.
«¡Salgamos de los bares para ir a la calle!», era el grito de guerra de los manifestantes. Algunos vestían disfraces coloridos para festejar aquella ocasión, otros los usaban para ocultar su identidad.
Según Rowe, que asumía entonces por primera vez su homosexualidad en público, un millar de personas estaban de fiesta cuando apareció la policía del estado de Nueva Gales del Sur.
«Me golpearon y me echaron al furgón policial. Estaba muy, muy asustada. Nunca había sufrido semejante violencia antes. No había nombres [en los uniformes de los policías], eran agentes gordos y la mayoría de ellos olía a alcohol».
Los diarios, incluido el más emblemático, el Sydney Morning Herald, publicaron el nombre, la dirección y la profesión de las personas detenidas, revelando así su homosexualidad a su familia y a sus empleadores. Algunos perdieron su trabajo.
Los años de activismo que dieron lugar a ese primer «Mardi Gras», celebrado luego en el verano austral, son el tema de «Riot» (disturbio), una película que acaba de emitir el canal nacional ABC.
El filme retrata una efervescencia inspirada por distintas corrientes como los movimientos de liberación de las mujeres y de defensa de los trabajadores. En aquella época, ser homosexual obligaba a enfrentarse al acoso policial, el ostracismo y las amenazas de perder el empleo.
Las madres lesbianas tenían dificultades para conservar la custodia de sus niños, y los hombres homosexuales sufrían a menudo palizas.
«La situación era desastrosa», explica Ken Davis, otro «setentayochista». «Era muy difícil porque las relaciones sexuales entre hombres eran ilegales en todos los estados y territorios, las muestras públicas de afecto entre mujeres eran ilegales».
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– Un momento decisivo -.
Hubo que esperar hasta 1984 para que las relaciones entre hombres fueran despenalizadas en Nueva Gales del Sur, y muchos años más para que ocurriera en algunos estados.
Davis describe el 24 de junio de 1978 como «un momento decisivo» para los derechos civiles australianos. «Planteó preguntas importantes sobre el poder de la policía y el derecho para la gente de manifestarse de forma pacífica».
El año pasado, el «Mardi Gras» reunió a 250.000 personas, un número que aumenta de año en año. La cantante estadounidense Cher, todo un ícono para la comunidad homosexual, actuará el sábado en Sídney.
Los organizadores tratan de aprovechar el éxito comercial del evento sin olvidar sus orígenes militantes.
«El Mardi Gras desempeña ahora el papel de Robin Hood», dice la directora general de la celebración, Terese Casu. «Somos una empresa, somos mucho más comerciales que antes, pero podemos apoyar y ayudar a los grupos protestatarios más pequeños».
En 2016, el Parlamento de Nueva Gales del Sur, la policía estatal y el Sydney Morning Herald pidieron perdón a los «setentayochista».
Y el año pasado, Australia votó la legalización del matrimonio homosexual.
Para Ken Davis, aunque todavía quedan asuntos por abordar en materia de derechos LGTB (lesbianas, gais, transexuales y bisexuales), el «Mardi Gras» puede ser también la plataforma «para los grandes problemas» de Australia como los derechos de los indígenas y el bienestar de los refugiados. «Está bien tener una noche de sátira en la que se puede criticar el poder con humor», asegura.