Se trata de un descubrimiento casi milagroso. Un reloj prácticamente idéntico al de la catedral de Notre Dame de París ha sido hallado en una iglesia cercana, lo que ha despertado la esperanza de que se pueda reconstruir esta obra maestra devorada por un incendio hace dos meses.
Hay que subir una pequeña escalera de caracol, tan estrecha como oscura, para llegar a una especie de cobertizo, situado exactamente bajo las campanas de la Iglesia de la Santísima Trinidad, en el corazón de París.
Allí, entre un montón de estatuas de ángeles olvidadas, esculturas abandonadas y muebles viejos, un gigantesco reloj dormita, dentro de un pequeño cuartito de madera, con pintura descascarada y ventanas rotas.
Mientras realizaba un inventario por encargo de expertos en arte, el relojero Jean-Baptiste Viot entró en mayo en esta pequeña pieza, envuelta en un olor a humedad.
Casi no lo podía creer cuando descubrió que el reloj, de más de dos metros de largo, olvidado en la Santísima Trinidad, era «idéntico» al de la famosa catedral parisina.
«¡Es increíble!. ¡Es la misma, la misma!», repite mientras pule con la mano ennegrecida la placa de estaño que adorna el reloj.
«Año 1867. Construido por Collin», se puede leer. Es el mismo año que el de Notre Dame y el mismo taller, explica.
A menos de 4 kilómetros de la catedral de Notre Dame, Viot acababa de descubrir el hermano gemelo, o casi, del reloj que se derritió casi por completo en el incendio de abril.
«Es una suerte. Es como encontrar otra edición de un libro que se quemó. Es invaluable», explica.