Por Mateo Bovio, tiene 27 años, es ingeniero industrial y profesor en ITBA. Es director y co fundador de la billetera virtual TAP
En el transcurso de estos meses surgieron las viejas voces que en todas las crisis recomiendan la misma actitud a la juventud del momento: andate del país.
Pero esta columna entiende otro objetivo: el futuro es acá.
Las crisis nos hacen rever nuestra posición y nuestro comportamiento, nuestras ganas y nuestros deseos. Lo positivo de una crisis, sin caer en falsos gurúes, es que la perspectiva incierta nos permite como juventud encarar la idea que queremos. Usar la ventaja de que «no se sabe qué puede ocurrir» nos permite ampliamente generar lo que creamos óptimo sin caer en condicionamientos de mercados o estereotipos.
Argentina es un país donde las oportunidades aún pueden ser generadas por profesionales jóvenes que buscan en el afán de salir adelante, dejar una huella en la sociedad.
Irse nunca resuelve un problema. Además hay que romper con los mitos falsos del éxito material que se encuentra afuera. No es verdad, y no solo eso sino que además es mayormente competitivo y en muchos casos cruel. Tampoco se trata de desestimar a quienes lo intentan porque tener experiencias y formarse en otros países hace a una riqueza intelectual y cultural muy fundamental para el futuro que se viene.
Nosotros somos una generación que nació conectada, que tenemos conciencia de derechos y de diversidad. Los países pueden sufrir crisis económicas y tendencialmente habrá que instar a que haya políticos con más empatía y sentido social. Nosotros nos formamos en universidades y entre paredes que han visto debacles, prohibiciones y resistencia, pero también nobeles, escritores y revolucionarios.
Hoy conducimos con otros fundadores la Billetera Virtual TAP, una de las fintech industria argentina. Damos frente a una necesidad digital que pudimos entender, apoyamos a emprendedores y comerciantes de la Capital Federal y del interior del país. Somos cerca de cincuenta profesionales, todos sub 30, con visiones distintas de política, con ideas diversas de macroeconomía, pero con la genuina responsabilidad de hacer crecer el lugar donde vivimos, simplemente porque lo amamos.
La juventud y la creatividad son calles que corren iguales. Los desafíos de estos años serán sin duda estar atentos a no caer en promesas de afuera, así como también descreer cuando alguno diga que los jóvenes no podemos ser motor de cambio y desarrollo. En el acervo de nuestra historia sabemos qué errores no cometer, y será momento en todo caso de cometer los nuestros. Pero será acá.