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El demonio de Tasmania regresó a Australia continental después de 3 mil años


Fue reintroducido en el país por un programa de protección ambiental. El animal está en peligro de extinción y padece un tipo de cáncer facial muy contagioso

El demonio de Tasmania, desaparecido hace 3 mil años en Australia continental, fue reintroducido en el país en una etapa histórica para la conservación de la especie y así evitar su extinción, ya que están sufriendo un cáncer contagioso que hasta el momento acabó con el 85% de su población.

La asociación Aussie Ark dio a conocer que el pasado 5 de octubre, 26 ejemplares de la especie fueron liberados en un predio de 400 hectáreas en Barrington Tops, a tres horas de Sidney, una de las ciudades más importantes del país.

“El mayor predador indígena en el continente es el gato tigre de cola moteada que pesa un poco más de un kilo. Traer un animal de este tamaño es algo extraordinario”, dijo Tim Faulkner, el presidente de la ONG.

El “Sarcophilus harrisii” llega a pesar hasta ocho kilos y se alimenta cazando otros animales autóctonos o de restos de animales muertos. Por eso, no es peligroso para el hombre o el ganado, pero se defiende si le atacan y puede provocar heridas graves.

Este marsupial es de pelaje oscuro, desprende un fuerte olor cuando está nervioso y desde 1996 sufre tumor facial transmisible del diablo de Tasmania (DFTD), que acabó con casi el 100% de los animales que lo tuvieron, lo que significó el final del 85% de su población y lo ubicó como una especie en peligro de extinción.

El cáncer (que en humanos no es contagioso, pero en algunas especies de animales sí) se transmite a través de las mordedudas y estos mueren de hambre cuando el tumor llega a la boca y no les permite comer.

Actualmente se calcula que sobreviven 25 mil diablos en el planeta, pero la población rondaba los 150 mil: “Los diablos son una de las únicas soluciones naturales para controlar poblaciones de zorros y gatos, responsables de la gran mayoría de las 40 extinciones de especies de mamíferos en Australia. Lo que está en juego es más que el diablo de Tasmania”, concluyó.