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«El covid pasó de moda pero hay que seguir investigando sus efectos», afirma científica premiada


La bióloga molecular Fernanda Parborell dijo que "aunque no se muera ya tanta gente gracias a las vacunas, el virus sigue circulando y la gente se enferma"

Por Natalia Concina (Télam-Confiar)

La bióloga molecular Fernanda Parborell, quien fue reconocida con el premio Científica del Año por el Foro Económico de Mujeres (WEF, por sus siglas en inglés) por sus investigaciones en fertilidad femenina vinculadas al SARS-CoV-2 y al contexto de quimioterapia y radioterapia, aseguró que el «covid ya pasó de moda pero es importante seguir investigando sus efectos».

«Ya nadie quiere hablar de Covid pero es necesario seguir investigando las secuelas que deja la enfermedad porque aunque no se muera ya tanta gente gracias a las vacunas, el virus sigue circulando y la gente se enferma», señaló Parborell, investigadora de Conicet y actual directora del laboratorio de Estudios de la Fisiopatología del Ovario en el Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME-CONICET).

Oriunda de Ramos Mejía, al oeste del conurbano, Parborell estudió Ciencias Biológicas en la Universidad de Buenos Aires y al cursar Biología Molecular con Alberto Kornblihtt, decidió orientarse a esa especialidad.

Además de haber publicado numerosos artículos en publicaciones científicas, fue elegida como una de las 25 mujeres más relevantes en Ciencia latinoamericana por la compañía de innovación 3M y recientemente fue reconocida por la WEF, un foro internacional con sede en la Argentina que impulsa a mujeres e identidades LGTBIQ+ a «conquistar aquellos espacios tradicionalmente dominados por hombres».

Parborell no quiere que la fotografíen sola: «Este premio, y todos los reconocimiento que obtuve, son resultado de un trabajo colectivo», asegura. Y lo mismo sucede con la entrevista que se da en su laboratorio, donde frente a varias preguntas pasa la palabra.

Enérgica, generosa, apasionada y filosa en los comentarios, se sienta junto a su equipo y acepta este diálogo con Télam-Confiar sobre las investigaciones realizadas y en curso, las dificultades para seguir estudiando las secuelas de covid y la perspectiva de género en la ciencia.

—¿Qué implica este nuevo premio?

—La verdad es que no me había presentado, como sí lo había hecho en 3M, así que fue una sorpresa. El premio fue dos por trabajos: uno sobre sobre secuelas de covid en la fertilidad femenina y el otro sobre oncofertilidad, es decir, sobre fertilidad en mujeres que están realizando quimioterapia o radioterapia como tratamiento para cáncer.

—Hace un año nos contaba que a corto plazo comprobaron que Covid-19 disminuía la función ovárica, ¿qué observaron en el mediano plazo?

—En ese primer trabajo que publicamos al que referís lo que habíamos observado fue que dentro de los primeros nueve meses poscovid había una disminución de la función ovárica. En un segundo trabajo (que estamos terminando de cerrar para enviar a publicar) lo que vimos es que a partir de los nueve meses comienza una restauración parcial de distintos parámetros, como por ejemplo de uno que se llama ‘factor de crecimiento endotelio-vascular’ y otro que es de daño genómico sobre las células del endotelio.

—¿Esto implica que a partir de los 9 meses la función ovárica ya está recuperada por completo?

—Este trabajo es importante porque demuestra que son secuelas, no estamos hablando de lo que pasa durante la infección aguda.

—¿Y qué pasa después del año y medio?

—Nuestra hipótesis es que la función ovárica se restaura por completo, pero no hemos podido encarar esa investigación porque no tenemos financiamiento. Lamentablemente, ya no hay subsidios para investigar secuelas de covid porque dejó de ser un tema urgente. Ya nadie quiere hablar de covid pero es necesario seguir investigando las secuelas que deja la enfermedad porque aunque no se muera ya tanta gente gracias a las vacunas, el virus sigue circulando y la gente se enferma.

—¿En qué consisten las investigaciones que realizan en oncofertilidad?

—Ocho de cada diez mujeres que realizan un tratamiento de quimioterapia o radioterapia ven afectada su fertilidad y, si quieren tener hijos, muchas de ellas deben recurrir a la donación de gametas (óvulos). En ese contexto, quienes están por comenzar estos tratamientos pueden preservar sus óvulos y eso está contemplado en el artículo 8 de la Ley 26.862 para que sea cubierto por el sistema público, la obra social o prepaga. Sin embargo, lo que sucede es que la oncóloga te da dos, tres semanas, pero la parte burocrática hace que no se llegue con estos plazos, y lo que termina pasando es que la mujer comienza el tratamiento sin haber conservado sus óvulos. Por otro lado, más allá de la reproducción, los ovarios son cruciales para la mujer por la producción de estrógenos, cuyo descenso está asociado a problemas cardíacos, en el hueso, enfermedades neurodegenerativas, entre otros aspectos. En este contexto, lo que nosotras observamos es que esas mujeres están desamparadas, entonces lo que estamos investigando son métodos no invasivos de bajo costo para preservar la función ovárica.

—¿Cómo?

—Tenemos estudios en fase experimental preclínicos, es decir que todavía no se probó en humanos, con resveratrol (que fue publicado), y otro con melatonina (que estamos mandando a publicar). La idea sería administrar estas drogas en paralelo con la quimioterapia y la radioterapia y lo que estamos viendo es que tendrían una buena función en la protección de la función ovárica y del útero. Pero, como te mencionaba antes, todavía estamos en fase experimental.

—El premio de WEF está vinculado a la temática de género, ¿cómo evalúa la situación en la actualidad tanto del lugar de las mujeres al hacer ciencia como de las temáticas y los abordajes en las investigaciones?

—Creo que en los últimos 10 años se avanzó muchísimo en este aspecto. En la estructura de Conicet las mujeres están ocupando más lugares jerárquicos, la presidenta de hecho es una mujer (Ana Franchi), acá en el Ibyme una directora reemplazo a otra. Yo tengo 53 años y cuando fui mamá en las becas de doctorado, que son de cinco años, no había prórroga por maternidad, tampoco en las de posdoctorado. La leche te la sacabas en el baño. Todo esto cambió para bien.

 

*Esta nota es una producción de Télam-Confiar, una plataforma con información especializada en ciencia, salud, ambiente y tecnología (www.telam.com.ar/confiar).