La institución fue fundada en junio de 1984 y en sus 41 años de historia se mudó nueve veces. Hoy ocupa un inmueble en Lavalle 1415
La Asociación Civil Círculo Social, Cultural y Deportivo para Personas Sordas de Rosario enfrenta una crisis profunda. Si no aparece una solución de urgencia, el 30 de junio deberá entregar la llave de su actual sede en Lavalle 1415, y con ello, suspender actividades fundamentales para cientos de personas sordas de la ciudad y alrededores.
El problema es doble: por un lado, el alquiler y los gastos mensuales superan los 900 mil pesos; por otro, la entidad no cuenta con garantías propietarias para renovar el contrato ni para iniciar otro alquiler. Así lo explicó Adriana Andrada, intérprete de lengua de señas y una de las colaboradoras de la institución, quien visiblemente angustiada advirtió: “Estamos en cuenta regresiva. Si no aparece una solución, tendremos que cerrar y cortar los cursos el 15 de junio”.
El Círculo fue fundado en junio de 1984 y en sus 41 años de historia se mudó nueve veces. Ahora, sus integrantes sienten que la situación es más crítica que nunca. La institución no solo enseña lengua de señas, también es un espacio social de encuentro, contención y vínculos afectivos para más de 500 personas sordas que lo consideran un segundo hogar.
Un espacio único para la comunidad sorda
El lugar funciona como un club y centro cultural, donde se dictan cursos de lengua de señas con salida laboral, se organizan reuniones, celebraciones y talleres. Los alumnos llegan desde distintos puntos del Gran Rosario: San Lorenzo, Villa Gobernador Gálvez, Casilda, Armstrong, entre otros.
Actualmente, unos 150 estudiantes asisten semanalmente a los cursos. También se desarrollan capacitaciones externas en convenio con instituciones como la Universidad Nacional de Rosario, el hospital Italiano y dependencias municipales.
Sin embargo, pese a toda esta actividad, la entidad no recibe subsidios estatales y depende casi exclusivamente de aportes voluntarios: una cuota social mínima de 1.500 pesos que muchas personas no pueden abonar. “A veces, ni siquiera llegamos a cubrir los gastos básicos”, lamentó Andrada.
Un llamado urgente antes del desalojo
La situación ya generó preocupación entre algunos funcionarios y legisladores, pero aún no hay una respuesta concreta ni un nuevo lugar para funcionar. La comunidad pide un espacio accesible y conectado con el transporte urbano, ya que muchas personas sordas no manejan y necesitan llegar en colectivo.
“Esto no es solo un lugar donde se enseña. Es un lugar donde la gente sorda se siente parte, se vincula, comparte. Es su espacio. Cerrarlo sería cortar con todo eso”, señaló Andrada en diálogo con diario La Capital.
A poco más de un mes del vencimiento del contrato, el panorama es incierto. Sin intervención del Estado o una solución solidaria, el Círculo podría quedar literalmente en la calle. Y con él, cientos de personas sordas podrían perder uno de los pocos espacios pensados exclusivamente para su inclusión.
