El Banco Central pronosticó hoy «una reducción de la inflación en la segunda mitad del año» y estimó «una paulatina recuperación del PIB desde el tercer trimestre».
La entidad que conduce Luis Caputo difundió el Informe de Política Monetaria (IPOM) correspondiente a julio, donde efectuó proyecciones económicas y financieras.
Allí, señaló que el 2018 cerrará con un crecimiento del 0,4% y estimó «un fortalecimiento gradual de la economía para 2019».
El BCRA proyectó una reacción de la economía «a partir del desempeño esperado de la actividad agrícola, la normalización del funcionamiento de los mercados financieros y la suba de los ingresos reales como resultado de la menor inflación mensual prevista para el segundo semestre».
En cuanto al proceso inflacionario, consideró que «la suba del nivel general de precios fue impulsada por la depreciación del peso, particularmente en mayo y junio, y en menor medida por el impacto directo e indirecto del aumento de las tarifas de los servicios públicos».
«La inflación núcleo también ganó dinamismo respecto de los meses previos, al promediar un incremento de 2,9% mensual entre marzo y junio», sostuvo la entidad.
Así, estimó «una reducción de la inflación mensual a partir de julio y una importante desaceleración inflacionaria para los próximos dos años».
Acerca del proceso económico, indicó que «tras la retracción de la actividad en el segundo trimestre, el escenario base del BCRA prevé una paulatina recuperación del PIB desde el tercer trimestre de 2018».
«Existen buenas perspectivas para la producción agropecuaria y las exportaciones en general, dado el crecimiento esperado de los socios comerciales y con precios relativos más favorables», destacó.
Por otra parte, el Central hizo un análisis de la situación financiera de los mercados internacionales.
«Las condiciones de acceso de las economías emergentes a los mercados financieros internacionales se deterioraron en el segundo trimestre del año», alertó.
Agregó que «entre los principales factores que influyeron están: la suba de tasas de interés en Estados Unidos y la expectativa de menor estímulo monetario tanto por parte de la Reserva Federal (Fed), como del Banco Central Europeo (BCE); nuevas restricciones comerciales entre las economías de mayor porte; e incertidumbre política y económica en algunos países de Europa».
«Todos estos elementos llevaron a una salida de capitales de países emergentes y a una depreciación de sus monedas», aseveró la entidad.