Opinión

El arte de enfermar y una ley que tiene mal a muchos profesionales


Por Carlos Duclos

En Argentina hay hechos recurrentes que sufren las personas, sin que a las autoridades pertinentes, de cualquier signo político al que pertenezcan, se les mueva un pelo para procurar dar solución a estos conflictos o sucesos desgraciados. Uno de estos casos, histórico ya y patético por otra parte, sucede en la provincia de Santa Fe desde hace años y tiene que ver con los profesionales del arte de curar, los altos pagos que deben realizar a la Caja que los agrupa y las inadecuadas contraprestaciones que reciben, según ellos sostienen.

La Caja del Arte de Curar, creada por una ley provincial que casi todos cuestionan  menos, al parecer, los gobernantes, lleva adelante una acción que para muchos es un despropósito y un obstáculo para ejercer como corresponde la profesión, especialmente cuando se trata de profesionales jóvenes.

Miles de quejas, desde hace años, se levantan de parte de médicos, psicólogos, odontólogos, técnicos de la salud y otros profesionales que se ven seriamente perjudicados por una norma legal repudiada, que va en contra, según se desprende de las protestas y enojos, de los intereses de muchos profesionales a quienes literalmente les beneficia más no ejercer la profesión para la que estudiaron con vocación. Un disparate, una situación lamentable que solo puede darse aquí.

Para recordar apenas unos pocos hechos, dígase, por ejemplo, que exactamente en el mes de septiembre del año 2009, el diario El Litoral de Santa se hacía eco de los reclamos de los jubilados de la Caja a la que definían, según el diario: “una caja rica con beneficiarios pobres”.

En el año 2012 el diario El Ciudadano de Rosario decía: “Los profesionales de la salud retomaron reclamos por lo que consideran un “desmedido descuento que realiza la Caja del Arte de Curar”. Es por eso que representantes del Colegio de Psicólogos de Rosario pidieron apoyo a la comisión de Salud del Concejo Municipal para elevar el pedido de modificar la ley provincial 12.818, y que se detengan las intimaciones judiciales a los profesionales que tienen deudas con dicha caja”.

Y para no abundar en publicaciones que son cuantiosas cuestionando a la ley y a la acción de la Caja del Arte de Curar, el diario La Capital informó en el año 2016: “Se termina diciembre y es común que en diferentes espacios laborales los trabajadores se tomen unos minutos para brindar por el año que se va y el nuevo que está por comenzar. Claro que ese brindis no es en todos lados igual. Tal es el caso de quienes están nucleados en la Multisectorial por el Cambio en la Caja del Arte de Curar, que realizarán un brindis con agua en señal de protesta”.

Todo sigue igual

Y pese a estas protestas, a estos reclamos sucesivos, nadie escucha de las autoridades pertinentes, excepto algunos diputados, como Mercedes Meier, quien se ha interesado últimamente por el problema que afecta a los profesionales de la salud. Sin embargo, ¡oh, caramba! el proyecto de Meier parece que no se quiere movilizar en la Cámara de Diputados. ¿Por qué?

Mientras tanto, muchos profesionales siguen recibiendo intimaciones por deudas con la Caja; deudas que tarde o temprano se judicializan; deudas que se van formando porque lisa y llanamente muchísimos no pueden pagar, pues si pagan las cuotas, con los escasos pacientes que tienen, no pueden vivir. Y, como dijo una profesional a quien esto escribe: “¿pagar 3.000 o 4.000 pesos por mes por una obra social que no es buena y por una jubilación de hambre, cómo se entiende en esta crisis que padecemos?”

El Lunes pasado, a raíz de presentaciones realizadas en la Defensoría del Pueblo por profesionales de la salud, hubo reuniones en la ciudad de Santa Fe entre el doctor Raúl Lamberto, defensor del pueblo, y autoridades de la Caja del Arte de Curar. El diario Con la Gente y algunos periodistas trataron, sin éxito, de comunicarse con el defensor, pero desde la Defensoría se dijo que el funcionario no haría declaraciones sobre el asunto. Una pena, para ser generosos en la calificación ¿No hay nada para decir?

Ahora, algunos profesionales quieren verlo al gobernador Miguel Lifschitz para plantear inquietudes, mientras miles piden, con razón, que los legisladores pongan el ojo en un tema que preocupa, y mucho, y que de una vez por todas cambien una ley causante de no pocos males.

Ojalá que algunos diputados sensibles, talentosos y que siempre se hacen eco de los problemas de la ciudadanía, que los hay por cierto, tomen cartas en el asunto, y ponga fin a una situación afligente para miles, miles, de profesionales de la provincia de Santa Fe. Una ley que tiene la extraña arte de enfermar emocionalmente a muchísimas personas.